JUAN RAMON JIMENEZ MEDIO SIGLO DESPUES DE SU MUERTE

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ obtuvo el Premio Nobel en 1.956, yo lo recuerdo por este hecho, y también por un libro que de pequeño tuve que leer.

Un día como hoy se cumplen los 50 años de su muerte, pero ningún acto institucional recuerda esa fecha y no se realizará ningún homenaje, y nadie tendrá la oportunidad de recordarle, parece como que se le tenga olvidado.

Desde este humilde blog, le rendiremos su merecido HOMENAJE.

Nación en MOGUER (Huelva) en 1.881, es denominado “EL PADRE DE LOS POETAS”, porque muchas generaciones han aprendido de él y con el paso del tiempo, sus poemas conservan toda su pureza.

Murió en Puerto Rico, donde llegó con ZENOBIA CAMPRUBRÍ, después de haber vivido en Cuba y E.E.U.U. por culpa de su exilio que se inició en 1.939 cuando tuvo que abandonar Madrid.

A día de hoy, muchas de sus obras aún no se han publicado y eso que tendrán garantizado un tremendo éxito, sobre todo si contamos con las nuevas tecnologías digitales, pero los investigadores de su obra se quejan, porque existen cerca de 200.000 manuscritos entre los de aquí y el archivo de PUERTO RICO, muchos escritos a lápiz, pero que están en muy mal estado y ninguna administración hace algo por salvar su obra.

Se buscan mecenas que ayuden económicamente a recuperar la autentica evolución de este poeta, que se pierde en archivos oscuros y húmedos.

El creador de PLATERO Y YO, libro de obligada lectura para muchas generaciones de niños, y parte de los romances sentimentales que leímos ya de adolescentes, pero no, no es lo único que escribió, ya desde su adolescencia fue muy prolífico con una amplia obra que en España resulta desconocida por su exilio y el olvido del régimen de FRANCO.

Mucho se ha hablado de este autor, diciendo de él que si era huraño, antipático, antisocial y poco amigo de la vida familiar, pero es una leyenda negra que cayó sobre el poeta por las malas lenguas y prejuicios que se hicieron a un EXILIADO.

D. José Antonio Expósito, editó “ELLOS”, un estupendo libro dedicado a su familia y a sus amigos, donde se desmiente tanta mentira que sobre él se ha dicho.

Yo me quedo con PLATERO Y YO para este homenaje y este verano se lo regalaré a JORGE que ya sabe leer.

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra... Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo…
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