Una traición, el desprecio y la Reconciliación

Después de la batalla de Almenar de la que les di cumplida cuenta ayer, nos encontramos al Cid bajo las ordenes de la taifa de Zaragoza y recibiendo los honores de la victoria, sin duda gran caballero cristiano para aquellos moros.

En Rueda de Jalón se protagoniza una deserción mora y ese alcaide moro ofrece la entrega del Castillo a Alfonso VI, pero cuando el rey leones envía una expedición a cargo de Ramiro de Navarra y el Conde de Lara, se encuentran que estaban en una trampa y eran emboscados por los supuestamente desertores, dándoles muerte a todos.

Seguramente el alcaide moro se arrepintió a tiempo de su mala actuación e intentó remediar su afrenta eliminando al pequeño ejercito de Alfonso VI.

Aquí en Rueda vivimos una traición sonada y complicada pues la política y la corrección debían imperar para estar en tiempos de paz.

Zaragoza debía esa sumisión pactada y no podía permitir que algo como lo ocurrido en la traición de Rueda y estropease los pactos, así que envió al Cid Campeador y se encargó de justiciar en Rueda a los traidores y hacerse cargo de los honores para los fallecidos Ramiro y Lara.

Así que partió al encuentro de Alfonso VI con un expedito botín y se arrodilló para ofrecerle su espada y sus servicios una vez más.

El rey no acogió bien al Cid y su propuesta quedó descartada, no contaba con su espada para nada, aún su ira regia no era perdonada, aún siendo sabedor que en Rueda hizo justicia a la afrenta.

El Campeador volvió a Zaragoza y siguió prestando su espada a los moros, estuvo en muchas más batallas y llegaría a tierras valencianas, pero su visión de la reconquista estaba cambiando, había llegado el momento de no tolerar más desprecios por parte de Alfonso VI y soñar con la posibilidad de tener sus propias tierras y que estás estuvieran al margen de ese rey que por muy leal que le fuera no dejaba de despreciarle.

Todo pasaba muy rápido en aquellos años en que la guerra se desayunaba a diario y los cambios de poder eran constantes, Alfonso VI consigue Toledo y la cruz vuelve a esa capital para ensalzarla y cambiar todo el panorama de extensión.

Si nuestro héroe el Cid Campeador iba forjando su leyenda en el campo de batalla, Alfonso VI con su política de expansión se hará dueño del norte del Valle del Tajo y aún quería más, deseaba conquistar todas las taifas moras que aún quedaban, incluida Zaragoza.

Pero aparece Yusf ben Tashfin, un personaje que será la peor pesadilla de la cristiandad a partir de estos momentos y hará lo imposible, la reconciliación de Alfonso VI con el Cid Campeador.

Ya más adelante en el sitio de Zaragoza las gestiones negociadoras del rey de León con don Rodrigo hizo que las relaciones entre ambos se tornarán más cordiales, pero fue en el año 1.087 un año después cuando en la corte de Toledo estos dos personajes se reconcilian y comenzarán una aventura nueva, luchar contra los ejércitos de Yusuf, los almodávides.

Hoy hemos contado una traición, un desprecio y la reconciliación de estos dos protagonistas históricos, mañana igual ya nos enfrentaremos a esos ejércitos que daban miedo, esos guerreros que tocaban sus tambores hechos con piel de hipopótamo que su sonido estremecía al más valiente.