Hoy toca narrar la parte más dolorosa de la vida de un gran guerrero, hoy toca contar el llanto del Cid, un luchador derrotado por las circunstancias.
Estamos a finales de 1.097 y el Cid esperaba impaciente el regreso de sus hombres capitaneados por su hijo don Diego, pero un mensajero avanzado traía noticias desoladoras.
"Señor, vuestro hijo ha caído en la batalla de Consuegra" esas palabras postraron al más grande de los guerreros en un llanto desolador, su hijo, su heredero, el futuro rey de sus conquistas había muerto.
¿Qué pasó en esa batalla? se preguntarán todos los lectores que están siguiendo con pasión este monográfico.
Como les conté, los hombres del Cid capitaneados por Diego, su hijo, se habían topado con los almorávides que se dirigían a Cuenca y consiguieron hacerles huir, perdiendo algunos hombres de un ejército mejor armado que el del propio Alfonso VI.
A su llegada a Consuegra, Diego se puso a disposición del Rey Alfonso y este comenzó a diseñar el plan de batalla, a buen seguro no le debió gustar mucho que el Cid Campeador no acudiera a su llamada de ayuda y que hubiese enviado en su lugar a un jovenzuelo.
Pero todo estaba previsto para entrar en combate y como era habitual en aquella época, sería con cargas de caballería pesada, apoyadas desde atrás por la infantería y con retiradas constantes hasta la fortaleza que serviría de protección hasta organizar la siguiente carga.
Por otro lado los almorávides usarían el grosor de su infantería por el centro con galopadas de su caballería por ambos flancos para hacer ese efecto envolvente sobre el enemigo y tenerlo a su merced, pero también contarían con esos tambores, tambores de piel de hipopótamo que psicológicamente hacían más daño que cualquier flecha.
Era el 15 de Agosto de 1.097, Alfonso VI había dividido sus tropas en tres ejércitos, a la izquierda de Consuegra estaba Pedro Ansúrez y Álvar Fáñez, un pelotón compacto con guerreros bregados en cientos de batallas y caballeros notables del reino castellano-leones; a la derecha quedarían los hombres enviados por el Cid Campeador, al mando de Diego su hijo, junto a los llegados de Nájera al mando de García Ordóñez; en el centro estaría el resto de sus fuerzas al amparo de la fortaleza de Consuegra.
Si se han percatado hemos dicho que los hombres de Nájera estaban al mando de García Ordóñez, ese enemigo intimo del Cid Campeador y con las ordenes directas de Alfonso VI para que defendiera con su propia vida si fuese necesario la de Diego, el hijo del Cid.
¿Curioso verdad? Da para mucho que pensar este tipo de decisiones, pero la batalla está a punto de comenzar, era la hora de que cristianos y africanos dispuestos a morir lo hicieran.
Se tienen algunos datos de esta batalla, los cristianos comenzaron cargando con la caballería contra los almorávides y se rompió el centro de su infantería que era aniquilada por la infantería cristiana, en esos momentos los africanos, como les decía en su plan de batalla, lanzaron su caballería para hacer el efecto envolvente por ambos lados sobre el enemigo, por lo que Alfonso ordenó la retirada en esos momentos, conocedor de esa forma de combatir.
Los de Álvar Fáñez y Pedro Ansúrez se replegaron con éxito al refugio de los muros de la fortaleza, el centro también estaba también salvado, pero ¿Qué pasó con ese ala derecho que no atendía a la orden de retirada?
No sabemos con exactitud los motivos, tenemos que usar la imaginación histórica de todo lo ocurrido entre el Cid y García Ordóñez, pues de pronto el ala derecha del ejército de Alfonso VI estaba rota en dos, los hombres llegados de Nájera con el propio García Ordóñez al frente realizaba el repliegue de sus fuerzas, dejando en campo enemigo y más solo que la una a los hombres del Cid y al propio Diego, aquel que le habían encomendado directamente defender con su propia vida.
Con 19 años de edad, don Diego y los hombres de su padre el Cid, lucharon como héroes hasta morir contra esos almorávides que se encontraron con la sorpresa de tenerlos a su merced rodeados y sin salida posible, sin más, fue una matanza sencilla.
El hijo del Cid había muerto, el mensajero estaba relatando la batalla al Cid, le informaba de todo lo ocurrido y que ninguno de sus hombres se había salvado en la matanza, ya poco le importaba el resultado de la batalla al Campeador y todo lo que pasó después, en esos momentos lloraba sin consuelo la perdida de su hijo.
El Cid quedó postrado en el suelo con el corazón roto, el dolor de la perdida de su hijo era insoportable, pero aún más duro fue conocer todo lo sucedido y pensar que Diego y sus hombres fueron abandonados por la cobardía o venganza del de Nájera, García Ordóñez.
Por primera vez en su vida estaba a punto de rendirse, el Cid estaba derrotado, era un luchador que en su rostro mostraba el llanto de un hombre.
Todo iba a cambiar de nuevo, pero se lo cuento mañana si les parece bien.
Pues no,no nos parece bien que nos lo cuentes mañana.Esto parece un culebron que nos deja en lo mejor cuando mas enganchado esta.Me imagino que tarde o temprano el Garcia Ordoñez se enteraria de lo que vale un peine por traidor y malapersona.
ResponderEliminarEsperaremos a mañana.
Un abrazo
Amigo Gonzalo, con un lector enganchado a este monográfico me doy por premiado y es gratificante.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Venganza!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con J.M. en lo referente a dejarnos con la miel en los labios a la espera de la entrada del día siguiente.
ResponderEliminarUn episodio trágico que nos recuerda que los héroes también lloran, tanto por la desolación que nos envuelve tras la desaparición de un ser querido como por la sospecha de traición que rodea todo el asunto.
¿Tan inseguro estaba de sus fuerzas García Ordóñez como para poner los pies en polvorosa y huir del campo de batalla dejando a su suerte a Diego y sus hombres o se trataba de un asunto que hundía sus raíces muchos años atrás? Estos son los interrogantes que no podemos resolver apelando a las fuentes disponibles aunque se hace inevitable pensar que Ordóñez quería gozar de una victoria personal viendo derrotado el Cid. Si así fuera ¡qué mísera puede ser la condición humana!
A la espera de la siguiente entrega, un abrazo tinerfeño.
CC
Logio de eso hemos debatido hoy en casa con los peques.
ResponderEliminarUn abrazo
CC gran verdad que con los datos sólo nos queda usar la imaginación e intentar comprender todo lo que pasó.
ResponderEliminarDebieron ser los momentos más duros en la vida del Cid, te confieso que según lo escribía alguna lágrima también derramé imaginando la situación.
Mañana seguiremos, ya queda poco que contar, pero lo que queda espero que os guste la forma de narrarlo.
Un abrazo
Un abrazo.
ResponderEliminarBuenos días. Soy Urbano Jiménez Soto, guionista, entre otras cosas, del espectáculo As Satrani, en el que desde el año 2004 se representa de forma simbólica la Batalla del 15 de agosto 1097 sobre un tablero de ajedrez, y de la visita teatralizada al campamento almorávide, una de cuyas escenas es la planificación de la batalla que hace Muhammad ibn al Hayy, dentro del evento Consuegra Medieval, www.consuegramedieval.com , y de la Visita Teatralizada al Castillo de Consuegra (abril de 2008), www.vitelateatro.com , una de cuyas escenas narra la supuesta conspiración que contra Diego Rodríguez traman García Ordóñez y Pedro Ansúrez con Dª Urraca, ante la aparente oposición de Alfonso VI.
ResponderEliminar¿Serías tan amable de publicar las fuentes en que basas tu descripción de la Batalla y de la Conspiración? Gracias.
Un cordial saludo
Urbano Jiménez, es un placer vincular en el artículo los dos rincones que me citas, ya que promover ese gran trabajo que realizáis me parece estupendo.
ResponderEliminarFuentes pongo todas las que me van aportando los lectores, en la red por desgracia hay bien pocas y muchas aprovechando los recursos de los demás. ;-)) ya me entiendes si eres lector de blogs.
Un abrazo y a tu disposición.
P:D:: Si coincide visita al castillo en alguno de mis viajes, allí estaremos viendo el espectáculo.