En Toledo llegó la gran reconciliación de vasallo y señor, de caballero y rey, el Cid Campeador recibía de nuevo la confianza de Alfonso VI, se le devolvían sus derechos, terminaba la ira regia y además como premio a D. Rodrigo se le concedía la posesión de todas las tierras que conquistase.
Alfonso no dejaba en ningún momento de ser un excelente político y así con el Cid, se aseguraba una ayuda inestimable contra la llegada de esa amenaza del norte de África, los almorávides.
Al-Qadir como recordarán que les conté había recibido el reino de Valencia en cumplimiento de lo pactado con Alfonso VI y allí tenía este un ejército comandado por Álvar Fáñez para darle protección, pero tuvo que partir de Valencia al ser reclamado para participar en la batalla de Sagrajas y dejó al moro a su suerte.
Todos querían el reino de Valencia, tanto Al-Mundir de Lérida como su sobrino Al-Mustaín de Zaragoza y también como no, los cristianos de Barcelona con Berenguer Ramón II.
Lérida y Barcelona eran aliados y Zaragoza a pesar de contar con el apoyo de Alfonso VI, no contaba con su ejército pues todas las tropas se concentraban en Sagrajas para la batalla con Yusuf el nuevo peligro de la cristiandad y la Reconquista.
El Cid que también tenía ya su propia forma de hacer las cosas, iba a intervenir de forma decisiva y se dirigió a Toledo para entrevistarse con su rey Alfonso VI y exponerle sus ideas para defender la invasión peninsular por parte de Yusuf.
Alfonso VI no quiso escuchar las propuestas de su vasallo más leal, su obsesión ahora era una batalla que será decisiva y que se estaba preparando en Sagrajas, en esos momentos el rey se pensó que era invencible y una gran derrota le demostrará que estos nuevos invasores son una amenaza muy real comandados por Yusuf.
El Cid mientras en Valencia conseguía defenderla de los enemigos, pero ahora hay una nueva fijación para todos, Aledo, un punto clave para el paso entre Levante y Andalucía, Alfonso VI lo sabía perfectamente y allí dejó a García Jiménez con un baluarte para su defensa, pero Yusuf también sabía lo importante que era esa posición y no tardaría en atacar después de la gran victoria en la batalla de Sagrajas.
En Aledo el rey Alfonso VI solicitó la ayuda de el Cid para su defensa, pero el Cid no acudió nunca a esa cita y realmente tampoco fue necesaria su presencia ya que Yusuf probaba el sabor de la derrota y comenzaba a darse cuenta que en el campo abierto eran buenos pero a la hora de los asedios no le hacían sombra a los ejércitos cristianos.
La gran pregunta es ¿Por qué no acudió el Cid a Villena para ayudar a Alfonso VI en la defensa de Aledo?
Ningún historiador tiene una respuesta certera, quizá el Cid no llegó a tiempo, o se perdió o valoró que para defender la península era más importante defender Valencia que acudir a Aledo, nadie como les digo sabe dar una respuesta a esta pregunta, pero lo que sí sabemos es que Alfonso VI entró en cólera.
Alfonso VI de nuevo destierra al Cid y le aplica la ira regia, pero el Cid ya había tomado una gran decisión, a partir de estos momentos actuaría solo y aplicaría su propia política en los sucesivos movimientos que haría.
El Cid tiene ya su propio territorio entre Cuenca, Teruel, Castellón y Valencia que le serán leales en esta aventura que comienza nuevamente el desterrado.
Los primeros enemigos del Cid fueron los viejos enemigos de Almenar, Al-Mundir y Berenguer Ramón II y se verán las caras en Tévar con una decisiva victoria para el Campeador que sacará un estupendo botín con la captura de prisioneros.
Las crónicas cuentan que más de Mil Ochocientos Kilos de Oro por los rescates, llenaron las arcas del de Vivar y además una paz con el Conde de Barcelona dónde obtenía la lealtad y las parias de Denia.
El siguiente paso sería firmar una alianza con Aragón y Zaragoza para asegurar el levante y conseguir Valencia, pero algo pasó, llegó un correo de la Corte de León, era una carta escrita por manos de Constanza, nada más y nada menos que la esposa de Alfonso VI.
En esa carta le pedía ayuda al Cid para que con su ejercito acompañara a Alfonso VI contra el ejercito de Yusuf que estaba apoderándose del Al-Ándalus y las taifas de Sevilla y Granada habían pedido socorro.
Así de nuevo el Cid estaba al lado de Alfonso VI contra Yusuf, pero nada pudieron hacer, la invasión almorávide estaba apoderándose de toda Andalucía sin que nadie pudiera detenerlos.
Ya las relaciones del Cid con Alfonso no serían las mismas, el Cid era ya algo más que un Vasallo y Alfonso sólo se escuchaba a sí mismo y en Valencia se decide el futuro de la Península, pero eso amigos se lo cuento mañana.
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