Nuestro personaje tras la batalla de Bairén tenía muy claro lo que deseaba para su hijo Diego, un reino cristiano.
Había aprendido la lección, de los hombres como individuos se podía fiar, pero de las creencias y convicciones de los moros que residían en sus tierras no, Yusuf llevaba el Islam al extremo de impedir cualquier tipo de convivencia y su intención no era conquistar la península, pero sí recuperar esas taifas que rendían cuentas en forma de parias a los reinos cristianos, a su entender de forma humillante para un musulmán.
En Valencia, el Cid Campeador, según afirman algunos historiadores, aprovechó esta rebelión que supo sofocar con éxito para imponer el cristianismo, otros aún creen que sus sueños fueron frustrados por la traición y por ello no tuvo más remedio que imponer una religión sobre la otra para todo un pueblo que ahora tenía como líder a un príncipe y Diego pasaría a ser su Rey.
Así que en Valencia, un templo cristiano viejo sobre el que se instaló una mezquita se reconvertía en un edificio de la cristiandad, siendo la catedral de la ciudad.
Pocos momentos para que don Rodrigo Díaz de Vivar pueda aplicar su política en los dominios del territorio valenciano, pronto recibe un mensaje de solicitud de ayuda, Yusuf volvía a preparar una invasión en tierras de Toledo y Alfonso VI le necesitaba.
El de Vivar esta vez no podrá asistir a la contienda, tiene muy presente que su ausencia de este su nuevo reino cristiano del levante, dejaría sin seguridad un enclave perfecto para otra invasión sorpresa del africano Yusuf, así que envía al mejor de sus hombres a Toledo, el hombre en el que más confía, envía queridos amigos a su hijo Diego que estará bajo el refugio y amparo de otro hombre noble y lleno de honor, Álvar Fáñez.
Alfonso VI estaba enemistado políticamente con Pedro I de Aragón, pero aún así, también solicitó su ayuda, al igual que la del Cid, para una gran batalla que será decisiva en la península, y a pesar de todas esas discrepancias Pedro I también acude.
Como ya les he contado, no es de extrañar que los reinos cristianos a pesar de sus redecillas por culpa de su propia expansión territorial o dominio de las parias que pagaban las tarifas, dejasen todo de lado cuando se enfrentaban a un enemigo en común, esto es el germen de las auténticas cruzadas cristianas.
Los ejércitos de Yusuf estaban ya preparados para la batalla, uno de ellos se dirigía a Toledo y el otro a Cuenca para hacer una pinza sobre los dominios cristianos, pero todo se iba a decidir en Consuegra, el lugar elegido por Alfonso VI para la batalla definitiva.
Qué decirles de lo impresionantes que podían ser los ejércitos de Yusuf, sobre todo por el ruido estruendoso de sus tambores elaborados con piel de hipopótamo que no cesaban de sonar rompiendo los nervios del más valiente de los guerreros.
Todo el ejército cristiano debería acudir a Consuegra para la gran batalla, pero algo les pasó a los hombre del Cid en el camino, se toparon de frente con el ejército que iba a hacer la pinza sobre Toledo pero que se dirigía primero a conquistar Cuenca.
La refriega fue muy dura pero se venció a los almorávides que no les quedó más remedio que huir a las faldas del ejercito de Yusuf que ya estaba muy cerca de Toledo, y así don Diego Rodríguez con bastantes hombres menos de los previstos llega a Consuegra para en nombre de su padre ocupar el puesto del Cid en la batalla.
En esa batalla le romperán el Corazón al Cid Campeador, pero eso se lo cuento mañana si les apetece seguir este apasionante monográfico.
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