Cuando en historia se habla del valor del honor, tenemos que tener muy claro que ciertamente el mundo siempre ha estado regido por ciertos códigos de honor, la palabra de un hombre siempre tuvo un gran valor, que en los días actuales añoramos en nuestra clase política, pero de eso hablaremos otro día, hoy se trata del valor legal que tenía un juramento y si una historia como la que hoy les traigo ocurrió o simplemente es fantasía literaria.
Ayer les conté la muerte de Sancho II y hoy continuamos con su entierro, pues sus caballeros llevaron el cadáver al monasterio de Oña y en su sepultura figura una frase que dice para la posteridad AQUÍ YACE EL REY SANCHO QUE MATARON SOBRE ZAMORA.
Alfonso VI abandonaba su destierro en la ciudad de Toledo, no sin antes firmar un tratado vitalicio con Al-Mamún de cooperación y ayuda mutua, pactos muy típicos en esta época de la que les hablo pues moros y cristianos al fin y al cabo se necesitaban mutuamente para sobrevivir.
Lo primero que hizo Alfonso VI fue entrar de forma triunfal a Zamora unos ocho meses después de la muerte de Sancho, recibió por muchos nobles, incluidos algunos nobles castellanos que no veían mal este cambio de rey dadas las circunstancias.
Esos nobles castellanos aseguraban que nadie se levantaría en contra del nuevo rey de Castilla, su peso era reconocido pues entre ellos estaban el famoso Conde de Lara, y Gonzalo Salvadórez apodado graciosamente el cuatro manos por su habilidad y valor en la batalla.
Alfonso VI tenía asegurado el reino de Castilla con todo ese apoyo mostrado en Zamora y hasta aquí lo ocurrido es historia, ahora lo siguiente son planteamientos históricos con dudas y aciertos muy razonados por varios estudiosos con los que yo comparto su opinión.
La gran cuestión ahora es saber ¿Por qué nadie se alzó en Castilla contra este nuevo rey, tal como le ocurrió a Sancho II en León y Zamora?.
Es una cuestión difícil de contestar, pero debemos entender el contexto de la época y saber que el valor del honor era esencial para ser un buen caballero e imprescindible para reinar.
La tradición de aquella España naciente era una herencia germánica sobre el honor, estaban los juramentos públicos y el estrictamente solemne que se realizaba en la juraderas y daban así un valor esencial a la palabra de un caballero o en este caso que hoy contamos el honor de un rey.
El Cantar del Mio Cid nos deja una narración después de haber transcurrido muchos años de lo que realmente ocurrió y nos habla de un destierro que ciertamente en esos momentos no existió, pues luego les contaré lo que le ocurrió a don Rodrigo Díaz de Vivar.
Sabemos que existe Santa Gadea y que era un lugar para juraderas, por lo que no es de extrañar que allí como cuenta la historia sí que prestase Juramento Alfonso VI sobre la no participación en la muerte de Sancho II su hermano y conseguir la lealtad de su nueva conquista, el reino de Castilla.
También imaginamos que el hombre más idóneo para representar a los castellanos era la que fue mano derecha y amigo de Sancho, el Cid, por lo que la lógica nos indica que Alfonso jurando ante él y el resto de nobles, mostraba como manda el código de honor, que podía obstetra sin vergüenza alguna el reino de Castilla, hecho que ocurrió y consiguió así tener la lealtad de todos los castellanos, hecho que también ocurrió.
Es algo verosímil y creíble entendiendo el contexto de aquellos tiempos dónde el valor del honor era esencial y a veces era necesario un juramento para ratificarlo ante el pueblo.
¿Verdad o Leyenda?, como siempre quédense con lo que realmente ocurrió, sueñen con lo que pudo pasar y disfruten de este vídeo que mostrando literatura nos cuenta partes ciertas de nuestra historia.
El Cid no fue desterrado en esos momentos, todo lo contrario, Alfonso VI en esos días ya contaba con un alférez, Pedro Ansúrez, así que no le quedó más remedio que despedir de su cargo a don Rodrigo Díaz de Vivar, pero no como castigo, es que el cargo ya estaba ocupado y no tenía ningún sentido que el rey tuviera dos alférez a su cargo.
Alfonso VI fue rey también de Castilla y con esa verdad o leyenda que hoy les he dejado, sus primeras ordenes fueron premiar a don Rodrigo al cual le consiguió un buen matrimonio con una dama asturiana llamada Jimena Díaz, una gran mujer que hará historia en Valencia, pero eso se lo contaré otro día si ustedes quieren.
También Alfonso VI le buscó un buen empleo al notable caballero don Rodrigo, le destinó la más alta de las responsabilidades para la estabilidad de su reino, cobrar las parias del reino taifa de Sevilla, cargo que desempeñó a la perfección durante unos años, le llegaría después su primer destierro y esa historia continuará en este rincón si el tiempo como siempre nos lo permite.
Hoy me despido de ustedes con una cuestión para su meditación, ya saben que me gusta hacerles pensar y si lo desean pueden participar con sus comentarios.
¿Deberíamos volver a esos códigos éticos dónde el valor del honor tenía sentido de Ley o nos conformamos con saber los bienes que tienen nuestros políticos?
Yo volvería a ellos, en la educación es esencial enseñar a nuestros hijos el valor de la palabra dada y la necesidad de cumplirla sin engaños, son valores éticos y morales esenciales para que el hombre vuelva a confiar en el hombre.
Lecciones de historia en las que la distancia hace, a veces, difícil separar verdad y leyenda.
ResponderEliminarGracias por estos post.
Honor y otros valores que se han perdido que hacen que la gente se desmande en un sin sentido y que hecen que este mundo cada día se parezca más a una jungla en la que desgraciadamente predomina la Ley del más cabr.. e hijo de p.
ResponderEliminarClaro que deberían recuperarse, que un apretón de manos tenga el valor de un escrito firmado y que las palabras dadas dejen de ser simples sonidos.
Ahora pensarás: mira quien habla que me prometió enviarme el cuadro y aún no lo ha hecho, pero tranquilo, mi palabra es mi palabra aunque a veces la transmita en diferido.
(Como habrás visto y ya que la entrada trata del honor y caballeros, omito escribir completos los adjetivos de cabrón e hijos de puta.)
Vaya, ya las he dicho. Lo siento, y aunque no lo puedo remediar estás ante un caballero muy dado a dar su palabra de honor aún sabiendo que muchas veces éstas me las lleva el viento.
Yo opino que si estoy por la labor de volver a tener esos codigos eticos,ahora el engaño y la puñalada en la espalda esta a la orden del dia,pero tambien se que hay gente decente y mas de la creemos.
ResponderEliminarAbrazos
Javier la distancia por lo menos nos obliga a buscar un contexto de como era aquella época y así comprender mejor cada acontecimiento.
ResponderEliminarGracias a ti por estar siempre ahí querido amigo, un abrazo.
Manolo, eres hombre de honor y amigo de interés histórico, así que no me hables del cuadro, sé que llegará cuando tenga que llegar, lo primero siempre fue lo primero y así debe de ser siempre amigo mío.
ResponderEliminarY sí amigo, el vivir en una jungla nos hace ser como ellos pues el valor del honor no vale nada si los demás no entienden lo que significa.
Un abrazo Manolo.
Gonzalo claro que hay gente decente y mucha, pero ya no exigimos esa palabra cumplida que antes era obligada, ojalá recupere la sociedad esos códigos éticos en los que como dice Manolo un apretón de manos era un contrato verbal entre amigos, curiosamente vigente en nuestro código civil pero no en la práctica por la cantidad de sinvergüenzas que existen.
ResponderEliminarUn abrazo.
La palabra dada era una firma que no se puede comparar a los chanchullos legaleds de hoy día. Un apretón de manos era el mejor sello y si ya hablamos de juramento en ello iba la vida. Claro que sertía hermoso volver a estos códigos pero me temo que en lo tocante a valores no hay vuelta atras.
ResponderEliminar¿Pesimista? No, realista.
Un abrazo
Creo lo mismo que tú ,Katy, pero a nuestros hijos les debemos enseñar lo que es el honor y como se aplica y que implica mantener una palabra y las consecuencias de no cumplirlas, el día de mañana por desgracia tendrá que tomar ellos la más dura de las decisiones, salir a la jungla con el valor del honor bien alto o ser una fiera más en esta sociedad que cada vez sangra más en valores morales y éticos.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé si de manera deliberada o dejando que los pensamientos fluyan con total libertad, pero lo cierto es que tus últimas entradas cuentan con bastante enjundia y es preciso analizar el contenido de manera más pormenorizada. Así que allá voy.
ResponderEliminarEn primer lugar, el Cid no deja de ser una figura histórica que alcanza la categoría de personaje legendario cuando la posteridad le recuerda investido por todo tipo de gestas míticas y episodios gloriosos recogidos en el Cantar que lleva su nombre, aunque éstas no estén probadas. Así la dicotomía entre la realidad y la ficción no termina de encajar y se pone de manifiesto en aspectos como el del destierro, pero es que todos los héroes son víctimas acusados de manera injusta que ponen todo su empeño en restañar su honor cuestionado.
En segundo lugar está el tema de la aceptación generalizada del nuevo rey en Castilla. El honor jugaba un papel importante y la reciprocidad del mismo del rey a los nobles y viceversa, pero también está otro aspecto importante: el sentido común. Un alzamiento contaría con pocos apoyos en un momento en que la debilidad de un reino cristiano sería bien aprovechada por los musulmanes. Todo se resumía a un juego de equilibrios que era preciso saber mantener.
Por último planteas el retorno al valor otorgado a la palabra y a la obligatoriedad de su cumplimiento. Si era algo que se tenía en tan alta estima ¿cómo es que se ha perdido? ¿Cuándo comenzó a esfumarse?¿Por qué nada se hizo para detener ese deterioro moral?
Las sociedades son las sumas de muchas individualidades. Puedo definir mi personalidad a través de lo que soy y los conceptos con los que me rijo y allá donde voy los aplico y espero recibirlos con idéntica correspondencia. Con esto quiero decirte que está en la mano de todos expandir a nuestro alrededor valores éticos y hacer que fructifiquen. ¿Fácil? No ¿Imposible? Tampoco.
Un abrazo tinerfeño
CC
CC, la historia es complicada, nada es cierto del todo hasta que se encuentran las pruebas suficientes que lo demuestren, pero sin lugar a ninguna duda, tenemos muchos datos que nos hacen crear un puzzle bastante acertado sobre lo que ocurrió y no sólo guiados por un Cantar, hay más, mucho más, tanto que algunos creen aún que ni el Cid ni Guzmán el bueno eran lo que fueron, pero será cuestión de insistir y contar lo que podemos intuir añadiendo lo que sabemos que realmente pasó.
ResponderEliminarSobre el honor, sé que muchos esos códigos los mantienen intactos pues los hemos mamado en la niñez, pero ver la degeneración social por culpa de la política o la degeneración política por culpa de la sociedad me da pavor.
Gracias por tus aportes y ese toque critico que siempre es bien recibido.
Un abrazo.
Hay distintas maneras de contar la historia como historiadores la escribieron..Dejemos la historia enterrada que de ella aun salen miedos que nos confunden..y nos paralizan ..desde donde ya no existen.
ResponderEliminarEl honor es simplemente una palabra en desuso...como el sentido común según lo use un mafioso o un religioso. La conducta del yo maldito en un estado patriarcal familiar y de herencias ha hecho que nos olvidemos del nosotros (del otro)..creando personas neuróticas e individualistas y la sociedad sufre..
saludos desde el sur
Prudencio llevas mucha razón en lo de no desenterrar la historia, algo claro nos queda a los aficionados y es que cuanta más información se ha tenido de lo ocurrido más versiones distintas se nos han ofrecido.
ResponderEliminarIba a hacer dos o tres artículos resumen de la vida del Cid, pero el comentario de unos amigos diciendo que era un mercenario me pareció un motivo más que suficiente para averiguar si lo fue de verdad, y poco a poco lo descubro y comparto con todos los lectores, y hasta el momento tal y como va la historia contada, es todo un personaje que seguro estos días nos sorprenderá aún mucho más (yo voy ya adelantado con su estancia en tierras valencianas).
El honor en sí mismo creo que va con la persona y su forma de ver la vida, en la antigüedad una persona nunca debería perderlo pues arruinaba su vida, hoy en día lo podemos vender por un pensamiento errado o un puñado de euros.
Un abrazo para el sur y para ti también Prudencio y gracias por tu comentario amigo.
¿una gran mujer que hará historia en Valencia?... ¿como Dña Rita?... ¡Que difícil encontrar un hombre íntegro!
ResponderEliminarLo hizo amigo Logio desde la muerte del Cid hasta 1.102, esta viuda fue Señora de Valencia y lo hizo muy bien y fue último bastión del cristianismo hasta la nueva invasión.
ResponderEliminarIntegros, conozco muchos, más que corruptos, pero estos últimos son los que oscurecen el panorama.
Un abrazo.