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28 de octubre de 2012

Stendhal en España no sufriría de Emoción

Un famoso escritor francés llamado Stendhal, aunque su verdadero nombre era Henri Marie Beyle, allá por el siglo XIX viajó a Florencia y estando en la Basílica de la Santa Cruz se embobó tanto de la belleza y exuberancia que desprendía tanto arte que sufrió mareos y un desmayo muy sonado.

Más adelante en el año 1.979 una psiquiatra italiana analizó esos síntomas en más de 100 casos con los turistas sofocados y desmayados ante la visualización de tanto arte, dando a llamar este fenómeno como el Síndrome Stendhal.

Disfrutar del arte en aquellos tiempos no tenía que ser muy caro y si además lo visto era realmente bueno es lógico que las emociones nos aceleren el corazón y nos produzcan vértigos y hasta algún que otro desvanecimiento.

Ciertamente algunos lugares por su iluminación, lugar de poder estratégico en el que se encuentran y sobre todo los sonidos que a modo de cánticos o silencios absolutos nos pueden envolver en un éxtasis sublime ante una obra de arte.


Yo no he llegado nunca a desmayarme viendo arte, sí que he sufrido mareos y en alguna que otra ocasión un cabreo monumental al comprobar que el ver arte se ha convertido en un lujo para ricos ya que te cobran por y sin piedad simplemente por mirar.

Stendhal en España no sufriría de emoción y ciertamente no por que no estemos a la altura de Florencia a lo que arte se refiere, más bien porque igual sus desmayos se producirían antes de entrar a ver obras que son patrimonio de la humanidad y durante su visualización las emociones que sentiría serían de desprecio a los que venden la cultura tan cara y de asombro a los que se atreven a cobrar unos impuestos en forma de IVA que son un verdadero atraco.

Los que a día de hoy tenemos hijos pequeños nos gustaría llevarles al teatro, a la zarzuela, a la ópera aunque esta no les gustase, a algún concierto y sobre todo a esa magia que da una sala de cine y convierte una película en obra de arte, pero no podemos hacerlo con la habitualidad que se merecen ya que la cultura está ya pensada para ricos.

No obstante lo poco que podemos disfrutar de la cultura lo tenemos que aprovechar al máximo, no ser simples turistas ante una obra, ser observadores culturales de su historia, sus autores, los hombres que intervinieron, las guerras que soportaron, más o menos ser para los más pequeños una enciclopedia viviente para que disfruten con emoción de esa poca cultura gratuita que aún nos deja esta sociedad cada vez más inconsciente de que sin cultura el futuro de nuestros hijos será diferente.




8 comentarios:

  1. Si Stendhal fuese ahora a Italia tampoco sufriría el síndrome.

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  2. Creo que el síndrome que mentas ha pasado a la historia, ahora los infartos vienen provocados por las facturas :(
    Un abrazo Jose.

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  3. Así es amigo Tapicero y los suicidios por los embargos.

    Un abrazo.

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  4. No sólo es caro ir a disfrutar de la cultura viá museo, por ejemplo. Ahora ir a ver por dentro una iglesia catedralicia tipo La Virgen Blanca de León o la sevillana o la catedral de Córdoba te obliga al pago de unas buenas perras; salvo que vayas al culto en cuyo caso te desvían por un lado y te apostrofan sin miras a donde no debes. La catedral de Salamanca, curiosamente, sigue siendo gratis, salvo la visita al tesoro, o sea, como siempre ha sido.
    Salu2

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  5. Procuro fomentar el gusto por las manifestaciones artísticas en mis hijos, los he llevado a funciones de teatro infantiles, conciertos al aire libre, exposiciones, y ciertamente admirar del patrimonio histórico artístico y formarse a través de la cultura debiera ser más sencillo, claro está que dentro del concepto de cultura no todo cabe.

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  6. La cultura pertenece a los pueblos, si se encierra bajo site llaves a precios desorbitados dejará de ser cultura para convertirse en una almacén cubierto de polvo y telarañas o de clases muy minoritarias.

    Espero que mis pensamientos no se hagan realidad.

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  7. La cultura se ha convertido en un artículo de lujo, el arte en algo inalcanzable. Desde luego si algo sentimos no va a ser emoción sino cabreo por estos gobernantes que donde ponen el ojo ponen un impuesto.
    Un abrazo.

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