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6 de marzo de 2012

Dios los Cría y Ellos se Juntan

Algo maravilloso pasa cuando dos seres a los que conoces se conocen gracias a tu intervención y acaban juntándose para hacer algo especial, Dios los cría y ellos se juntan, así son Manolo y Mauro, dos tipos súper estupendos que nunca dejan de sorprenderme.

En un comentario dije sin querer queriendo que Manolo y Mauro tenían un punto en común, intuía que en la cercanía digital había algo que les acercaba a pesar de tener un lenguaje bien distinto, uno apalea las teclas y el otro busca con paciencia el buen acento, pero ambos, ambos bailan un son muy conocido para un viejo lector de amigos y lo han demostrado con creces en:



Y como no podría ser menos, haciendo un alto en el camino de mi peregrinar, os voy a dejar una carta de Senovilla para Manolo y Mauro con el cariño y admiración a estos viejos maestros del arte de contar historias que son sin duda pequeñas bibliografías de vida.

Recuerdo yo también aquella niñez en que lo religioso formaba parte de nuestras vidas como el amanecer o el anochecer, eran otros tiempos que a buen seguro no volverán pero que tienen ahora mismo un sabor dulce con toques rancios de rencor y que aún a día de hoy me llevan a grandes reflexiones de fe y filosofías de ser.

Mi primer encuentro religioso fue con el culo de una Monja y unos huevos, era muy pequeño así que por lógica los huevos no eran míos, eran del convento que apilados en cartones colocaban en un rincón los martes para venderlos a los vecinos que por allí se acercaban a comprar los huevos de las mojas que además de ser buenos, bonitos y baratos se tenía la creencia de que eran especiales pues de un convento nada malo podía salir y más si los recomendaba el cura los domingos que era cuando más público tenía y mejor publicidad podía dar a los famosos huevos que nunca olvidaré, porque del culo de la monja les aseguro que casi ya no me acuerdo, de su cara sí, nunca pasé tanto miedo.

Manolo, Mauro, yo no tendría muchos años pues allí según recuerdo estaba la guardería y era martes, de eso estoy seguro porque la monja colocaba uno a uno los huevos en un rincón y allí estaba yo, con mis enemigos, porque aquellos niños eran mayores que yo y lo único que hicieron fue arruinar mi pequeña vida aún no escolar pero sí de calentamiento para aprender a estar mejor rodeado y no volver a hacer caso a esos momentos en los que te insinúan que no tienes huevos, que eres un cobarde.

Sí aquellos malvados, porque los niños de pequeños no son malos, aún no saben diferenciar el bien del mal, son malvados y ellos, esos truhanes me convencieron para tocar el culo de la monja que cuando tenía que colocar un pilón nuevo de cartones al estar el suelo muy abajo, algo normal, y ella ser muy alta, se tenía que agachar y su culo, sí ese culito de monja se hacía el doble de grande para un niño pequeño, por lo que para tocarlo no me bastó con usar una mano, tuve que usar las dos.

Así que este que ustedes leen, sí, tan modosito como parece se lanzó contra esa diana redonda no con una bala, con dos, las dos manos que se plasmaron en el culo de la monja, esta se sorprendió y un buen susto se llevó, fue tal que cayó sobre el pilón de huevos que iban a vender aquel martes que para mí que era día 13 también, porque con tan mala suerte que un brazo esta novia de Dios también se fracturó.

Las consecuencias, mejor no se las cuento, allí ya no volví, no sé si fue porque me echaron o porque la factura de los huevos no podían pagarla en mi casa, y en esos momentos comenzó un amor-odio hacia todo lo que fuera religioso.

Otra vez estábamos en la calle jugando los niños y las niñas, todos vecinos del barrio, todos enanos que éramos muy atrevidos y de aquella a ellas les enseñamos nuestro pito a cambio de ver sus cucas; no se escandalicen, eso de la educación sexual es muy moderno y antes se hacía a pelo y con la inocencia de una edad en la que ni veías cuca ni veías nada, simplemente pensabas "Qué raro que no tengan pito, por dónde mearan las niñas?.

Una vecina muy cotilla nos debió ver con los calzones subiendo y bajando por las piernas en una pasarela en que las niñas con sus bragas hacían lo mismo, arriba y abajo, a una velocidad de vértigo ya que los calores en los mofletes nos apretaban a todos de vergüenza que nos daba, pero como les decía, aquella vecina maldita que a buen seguro era amiga de la Vieja del Visillo, llegó a casa y se lo contó a mis progenitores que tuvieron a bien no enjuiciarme por mi estupidez y que la santa iglesia resolviera pues ya era un cordero de Cristo por tener la comunión recién cumplida.

Y efectivamente tuve que confesarme y por supuesto que al cura no le conté nada, era pequeño como les decía, pero de tonto no tenía ni un solo pelo, pues hasta cuando me preguntaba aquel señor vestido de negro que bien conocía pero en el confesionario casi no le veía, el insistía siempre en saber si cometía actos impuros a lo que yo le respondía que era muy puro y muy normal, aunque seguía preguntando si me tocaba abajo y yo le decía que me tocaba mucho arriba, pues según mi papá tenía un remolino que me tenía que mojar para estar bien peinado.

Aquél domingo salimos de la iglesia, mis padres no parecían muy contentos y en cambio yo estaba feliz como unas castañuelas, al cura no le había contado nada, recé los dos padres nuestros y un Ave María que me impuso como impuesto celestial y estaba seguro que con la propina dominguera me llegaría para unos petardos nuevos que había fichado en el quiosco de la esquina.

Ni propina, ni petardos, así estuve más de un mes, no sé como se enteraron en casa de que yo no lo había confesado, seguro que no fue por mi cara, pues aunque no estoy acostumbrado a mentir, cuándo lo he tenido que hacer me han dicho que soy tan buen actor como de Niro, así que culpable sólo hubo uno y eso del Secreto de Confesión aprendí que era de película y jamás volví a confiar mis males a un humano que se escondiera en un confesionario, no fuera que luego los difundiera y se enterase todo el barrio.

La Cuaresma, de eso trataba el tema principal de las cartas que se han escrito Mauro y Manolo, de esa cuaresma con pescado los viernes bien me acuerdo, aunque en casa siempre hubo más patatas que pescado y creo que más raspa que chicha marinera ya que una espina me traicionó y bien clavada se quedó en mi garganta entre garbanzo y garbanzo, así que acabé en urgencias y sin anestesia con unas pinzas me sacaron casi todo el esqueleto del bacalao que pa mí tenía que ser una maldición o un nuevo reto a superar en mi vida religiosa, pues aún hoy siendo mayor y comiendo de todo, como note algo que pincha en mi boca me dan arcadas que me recuerdan aquella mala pasada.

Mi padre murió muy joven, con la edad de Cristo y joven era yo, con la edad que tiene ahora mi hijo y ahí aprendí a reflexionar, miro ahora hacia atrás y esa noche de muerte en mi hogar fue el detonante de lo que hoy soy, en una ventana veía coches pasar por un puente nuevo, pasaban dos hacia un lado y al poco dos por el otro lado, sus faros alejándose y otros acercándose me dieron esa inspiración de entender a la perfección quienes somos y adonde vamos, algo que aún hoy en día sigo sin saber muy bien, pero creo que aquel puente tiene que tener todas las respuestas a la fe, al ser y hasta algo tendrá que ver la velocidad de la luz y la poca duración de una vida.

Como habéis observado por todo lo que os he contado queridos amigos Mauro y Manolo, ya con nueve años era un niño raro de verdad, tan raro que llegué al bachiller y fui famoso en el instituto por mis debates intensos y con fundamento con un catedrático cura que impartía de aquella la famosa asignatura de religión.

Pero no quiero terminar sin contar en esta breve carta que a modo de confesión realizo a estos dos genios amigos míos que un día con este profesor lo pasé muy pero que muy mal y al rato después muy pero que muy bien. 

Aquella mañana como siempre que él nos enseñaba hablamos sobre la lapidación en las escrituras y como Jesús dijo "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra", detonante para que este pequeño infante que tomaba ya los debates como una forma de batalla entre mis creencias y las de mi profesor, en aquél momento le pregunté ¿Cuantas piedras tiró Jesús? y entre risas y alboroto de toda la clase, el muy cabrón cura catedrático me echó de clase y tuve que ir a ver al director.

Surte tuve porque aquella tarde nos visitaba el Obispo y se pasaría clase por clase, y suerte tuve que en mi clase me preguntó por el profesor cura, y no se si fue por azar o por que lo quiso Dios, allí estaba yo haciéndome el incomprendido y exigiendo una respuesta a mis dudas, pues iba a clase para aprender y preguntar lo que no sabía.

Me dijo que luego me contestaría en privado y así lo hizo, desde aquel día aprendí una gran lección de como ser moderado, pero también supe en directo porqué Jesús no tiró de aquella ninguna piedra ya que lo que me contó el Obispo me convenció.

Bueno queridos amigos Manolo y Mauro, ha sido un placer hacer esta pequeña carta con la que me uno a gente que sabe bailar en la blogosfera y además tienen algo en común, ninguno de los dos es del Barça y además yo soy un poco más joven que ellos por ello también tengo más pelo.

Nos une algo más que las palabras, yo también apaleo el teclado e intento encontrar esos acentos para compartir con vosotros esta aventura que nos hace tener lecturas llenas de recuerdos intensos, anclados a veces en el olvido y sacados a relucir por algún guiño.

Un abrazo  Manolo y Mauro


P.D.: Dios los cría y ellos se juntan, que regalos me está dando este viaje ya tan largo como Peregrino.






6 comentarios:

  1. Senovilla, que mis datos son los correctos,pero la txiqui me ha borró el mensaje del iphone, y no pude ni terminar de leer, y no tengo datos tuyos.
    un abrazo

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  2. Ok, ahora te lo mando de nuevo.

    Un abrazo.

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  3. Tercer y último intento de responder.

    Mi querido amigo, ante todo gracias por presentarme a Mauro y por todo lo demás.

    Quiero que sepas que en este tu blog me he reido cienes y cienes de veces, unas con lo que contabas y otras con vídeos o fotos que ponías, pero nunca, nunca hasta hoy me había reído tanto.

    Me has hecho llorar de risa. La escena de la monja pagaría dos entradas de cine por verla... lo de la pilila y la cuca, jajaja...
    Pero preguntarle a un cura cuántas piedras tiró Cristo jojojojojojojojo... como te debió poner la cara.

    Un abrazo amigo. me he reido un montonazo. seguro que de tu infancia también tendrás (como todos) muchas anécdotas que contar, aunque dudo que superen la de la monja jajajajajajaajjaja.

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  4. Gracias Senovilla. Acabo de leer tu artículo y me hizo gozar sobremanera. Quien no ha vivido alguno de los avatares que relatas?. Era la vida de antes, que ahora cuando la cuentas parece salida de una película de Berlanga. A buen seguro que podríamos escribirle un guión a tan insigne director si por estos lugares aun anduviese. Gracias igualmente por elevarnos a la categoría de genios. Lo que no dudo es que, al menos disfrutamos sobremanera escribiendo estas historias y eso, amigo mio, se transforma en sentimiento. Un gusto haberle conocido, porque gracias a su mano me estoy haciendo hasta "famoso" y encontrando a personas maravillosas. Acertó usted plenamente, colocando este video de Laurel y Hardy, (... que delicia de pareja) Un abrazo

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  5. Tu carta recopila una serie de recuerdos, con mas o menos cambios, que podrian ser de muchos de los que ya no somos de ayer...jajaja, me he reido un rato y voy ahora a ver que se cuentan tus amigos Saludos

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  6. Gracias a vosotros amigos y gracias por los comentarios.
    Un abrazo.

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