No sé ni por dónde empezar ya que recién terminados los Sanfermines y el regreso al trabajo, el cuerpo no me pide mucho para ponerme ante el teclado pero soy consciente de que muchos están esperando mi regreso al ruedo de la blogosfera que virtualmente no he dejado desatendida como ya saben pues aunque más pequeñito por el móvil los he seguido.
Era el día uno de Julio y durante la comida con todos los navarros que asistieron celebramos dos cumpleaños, el de Alberto y el de Lucía antes de dar comiendo a las 5 de la tarde la
Segunda Partida, Lucía juega con Blancas y vuelve a perder, una partida de nuevo muy complicada en el que la igualdad no se pudo aprovechar y el punto no subió a su marcador.
Esa noche del primer día aplicamos la mejor psicología que un padre y el hermano pueden hacer, animar, animar y animar, tuvimos tiempo de analizar los errores y aciertos con su entrenador y también hablar mucho sobre los nervios sufridos en una jornada muy larga en la que las lágrimas hicieron su primera aparición porque a todos nos gusta ganar siempre.
Creo que acerté en que esa noche fuera de baile y diversión hasta las 00:00 horas para que todas las tensiones se le fueran a Lucía y así empezar la segunda jornada con la mente despejada.
Y comenzó la
Tercera partida en que Lucía juega con negras, pero volvió a ser derrotada y uso ese verbo porque es como se sentía en esos momentos, hundida.
Así que como la tarde la teníamos libre aplicamos de nuevo la psicología de animar, animar y animar para que nuestra niña no se viniera del todo abajo y nos fuimos a conocer Almuñecar y bañarnos en sus playas. Lo pasamos genial y creímos que los ánimos estaban calmados y esas tres derrotas no habían aún hecho mucha mella en Lucía.
Pero no fue así, el tercer día a las 6:30 de la mañana me despertó para que mirase en el móvil cuantos estaban con cero puntos como ella, que se sentía muy avergonzada y que no era normal lo que le estaba pasando. Tuvimos una conversación muy transcendental en la terraza de la habitación, aplicamos esa psicología de convertir en adultos a los niños y tras un montón de lágrimas por ambas partes y con muchos achuchones nos enfrentábamos a una jornada decisiva en que la que obtener punto era esencial y de un valor incalculable, así que tras el desayuno
Lucía juega la Cuarta partida con Blancas y esta vez gana el punto, su alegría era inmensa y por momentos olvidaba los malos tragos de jornadas anteriores para seguir con la jornada de ajedrez ya que a la tarde tocaba de nuevo otro rival y otro punto que intentar conseguir.
Así que en esta su tercera jornada
Lucía juega su Quinta partida con negras y amarra otro punto en su marcador, que a pesar de no servir de mucho en la clasificación levantó su moral a límites insospechados, así que si el día que perdió tuvo discoteca en el hotel, el día que gana también y bailó y bailó hasta que se acostó con una sonrisa.
Los días pasan rápidos, pero hay veces que parece que los minutos son eternos mientras esperábamos el resultado de la
Sexta partida que Lucía juega con blancas y vuelve a ganar y conseguir punto.
Había que aprovechar las tardes libres para disfrutar de Salobreña y su castillo y así lo hicimos, era la mejor forma de desconectar de esa tensión que se vive con intensidad en el hotel y creo que lo conseguimos ya que la moral de Lucía había cambiado por completo y las lágrimas de días anteriores estaban ya muy lejanas.
La quinta jornada nos traía un día complicado ya que el entrenador les había recalcado que había que pensar aún más en cada movimiento y aprovechar al máximo el tiempo que marca el reloj para mejorar, pero
Lucía en esta Séptima partida que juega con negras pierde el punto.
En estos momentos estaba perdida psicológicamente hablando, no entendía que le estaba pasando y porque estaba con tantos nervios y a pesar de usar nuestra técnica de animar y animar y animar no funcionó lo suficiente.
La tarde prometía ser también larga con una partida de más de tres horas de duración y
Lucía juega con blancas su Octava partida y gana el punto.
Lucia es muy fuerte y a pesar de tener cuatro puntos estaba muy rara, en la cena la veíamos su hermano y yo hundida, esto es un deporte y un juego en el que de verdad se le exige mucho al jugador, pero hay que saberlo disfrutar con el placer de aprender en cada partida aquello que se hace mal y analizando en la habitación que había ocurrido me di cuenta que ni ella misma lo sabía.
Volvimos a tener una conversación de esas transcendentales que suelen funcionar, pero creo que no funcionó mucho aunque cuando se acostó esbozaba una sonrisa, pero creo que lo hacía para que la dejáramos tranquila con su pena.
Comienza la sexta y última jornada en la que
Lucía juega con negras su novena partida y a pesar de la igualdad en el tablero pierde el punto.
El Campeonato de España había acabado, quedaba la entrega de medallas y ayudar a Lucía en su penar ya que estaba sufriendo mucho.
Un paseo con palabras mayores de hombre a mujer me demostró que era la niña más fuerte del mundo y que su mayor preocupación era lo que pensábamos nosotros de ella y lo que iban a pensar en su club de como lo había hecho, así que al final comprendió que a nosotros lo único que nos importaba era que disfrutara con el ajedrez, ganase o perdiese y que su club ya la valoraba mucho por haber conseguido llegar a un Campeonato de España.
Así que en la entrega de medallas disfrutó mucho comprendiendo que lo más importante es haber estado ahí y sacar todo el provecho a lo ocurrido, tanto a los ratos malos como a los buenos.
Pero el día no había hecho más que comenzar, esa misma tarde comenzaba el Campeonato de España de Rápidas de Ajedrez y muy a pesar de que
le ofrecí varias veces la NO participación en el mismo estaba empeñada en jugar y divertirse, así que comenzó una tarde intensa de partidas.
No habían salido muy bien sus jugadas, pero se lo estaba tomando con mucha tranquilidad, igual funcionaron las palabras que fueron de adulto a adulto y no de padre a hija pequeña en la que quedaba claro que lo fundamental era divertiste pasase lo que pasase.
Esa noche muchos amigos suyos ya no estaban, pero con su hermano y su padre se lo pasó genial pues seguíamos aplicando aquello de animar, animar y animar.
El día siete de Julio terminaron por la mañana todas las partidas que le quedaban en ese Campeonato de Rápidas en el que ganó algunas y perdió otras, pero las sensaciones y emociones fueron distintas, nos reíamos de sus nervios y
ella nos contaba que tenía pensado salir en una jugada con peón de dama pero que se le fue la mano sin querer al peón de rey, así que entre risas y más risas llegó la entrega de medallas a los que tanto quieren el ajedrez que tras un largo Campeonato, casi sin respiro se enfrentan a un segundo Campeonato, pero como bien dice ella mereció la pena.
Y así amigos han sido estos días en los que he estado ausente, he aprendido muchas lecciones psicológicas con el ajedrez, la más dura ha sido que poner buena cara cuando uno ve a su niña sufrir cuesta mucho, pero la más hermosa fue que de niña a mujer su camino está casi conseguido y que confiar con el diálogo para contarnos todo lo que sentimos es parte fundamental del amor y el respeto, por ello estoy muy orgulloso de ella y espero que en ningún momento más vuelva a pensar que nos puede decepcionar porque todo lo que haga en esta vida será siempre un premio para nosotros.
Nos quedaba una tarde libre antes de partir y fuimos a la playa y a conocer algún pueblo más de la costa, lo pasamos genial y cuando nos íbamos a la cama le tuve que compra un libro de ajedrez a Lucía por internet ya que se había empeñado en que
nunca más le iban a ganar los nervios, así que ya os contará ella en su blog.
Por último agradecer a Adrián su labor como entrenador en este Campeonato, al Sr. Santiago de la federación por su llamada de apoyo a Lucía y a Cesar de su club de ajedrez por toda su amabilidad y buen hacer.
Y a ustedes queridos lectores habituales de este rincón decirles que hemos vuelto, así que preparen sus lectores para seguir aguantando a un servidor que mañana cumple años y que su blog dentro de tres días también.