Aún no comenzaron los niños el colegio por la tarde, cosas de la adaptación que llaman en la escuela, no vaya a ser que les de algún pasmo por iniciar el curso con intensidad tras un verano tan largo, por lo que ver "una de romanos" siempre es muy socorrido en las tardes que no hay tareas que hacer ni ganas de aguantar excesos innecesarios con la caja tonta o el PC, así que buena película con palomitas caseras y a conocer como se las gastaba Roma en aquella época tan lejana pero tan actual a día de hoy, todo ello gracias a grandes y estupendos libros históricos novelados que son una delicia.
El cine es un buen elemento para ayudar en el aprendizaje, pero, siempre con un gran pero, mienten mucho en la escenificación y puesta en escena de aquellos viriles gladiadores, hermosos, llenos de músculos hasta en el dedo indice del píe izquierdo, fieros en el combate y dispuestos a morir cada tarde de Circo.
Así que al finalizar nuestra película en familia había que explicar a los niños que esos gordos gladiadores que no aparecen nunca eran así, gordos, bastante gordos y todo ello por una explicación bien sencilla.
Resulta que la dieta de estos atletas romanos era excesivamente rica en hidratos de carbonos, mucho vegetal y poca chicha, buena dieta para tener grandes energías en el combate, pero que sin duda alguna les llenaba de grasa sus cuerpos no tan esbeltos como los de la película que hemos visto.
Sí, niños, comían mucha cebada, por eso que eran llamados los hombres de la cebada, además en sus comidas abundaba la legumbres y las hortalizas, pero de pescado ni las espinas y de la carne ni en sueños la cataban a no ser de estar entre los grandes del Coliseo.
No era mala esta alimentación para esos gordos gladiadores, según estudios de gente que sabe mucho resulta que al estar gorditos y con grasas sobrantes en el cuerpo, sus venas, sus arterias, sus órganos vitales estaban más protegidos que nunca para el combate, un esbelto actor que tan guapo sale en la pantalla con su espada y escudo duraría un guantazo ante un gladiador de verdad.
Pero amigos, aunque el cine engaña también enseña y nada como recrear el mundo de los romanos en una tarde amena en la que ellos se quedan con lo visual de la película y han disfrutado con las cosas que les cuenta su padre sobre esos Gordos Gladiadores.
Cuando ser gladiador era una profesión el filósofo Lucio Anneo Séneca nos dejó un texto donde nos muestra su consternación ante la estéril y sangrienta matanza de gladiadores en el circo romano:
ResponderEliminarPor casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.
A mi entender no hemos cambiado mucho,los humanos seguimos esas prácticas con otros seres,solo por diversión y risas sin un ápice de verguenza.
Saludos.
Desde luego el cine ayuda, aunque como bien haces conviene aclarar que es ficción no historia.
ResponderEliminarUn saludo.