Corría el año 1.841 y nos encontramos en Irlanda, en aquellos días la patata era base esencial para que la clase más pobre no pareciera dolores de estómago por la falta de ingesta, pero un maldito hongo se comenzó a extender como la mala tiña entre la planta.
Algo habitual y conocido por los agricultores, hay momentos en que la naturaleza causa pequeños estragos que con una pequeña dosis de buen hacer medicinal se pueden paliar y solucionar.
De ahí que según pasaban los años la impotencia comenzaba a adueñarse de los irlandeses, había solicitado ayuda al Reino Unido al que pertenecían y este fue negligente e ineficaz a la hora de darles una solución para aliviar el mal que mataba la patata, alimento imprescindible para los más pobres, es más no proveían de alimentos a los irlandeses.
Diez años bastaron para que la hambruna de la patata sea mencionada en los libros de historia, el hambre se instauró como algo habitual entre los irlandeses, no había patatas y lo peor es que el Reino Unido no hizo nada por ellos así que no les quedó más remedio que huir al Nuevo Mundo en busca de un estómago sin dolor y con alimento que ingerir.
La población irlandesa se redujo aproximadamente en un 20%, literalmente morían de hambre y tuvieron que emigrar tantos que no lo podemos imaginar, pero nadie hizo nada por ayudarles a eliminar el dichoso hongo que mataba la patata o recibir alguna dosis de alimentos humanitaria.
Algunos escritores nos han contado que hubo tanta hambre que algunos tuvieron que comerse a sus propios hijos, contado en forma de sorna para mostrarnos que aquello fue la mayor negligencia de la historia moderna de Europa en la que el gobierno inglés olvidó a los suyos que hoy ya no son suyos.
Hoy en el año 2.012 el hongo de la ineficacia que sufre nuestro tejido económico está dejando cada vez más familias en las que ningún miembro tiene trabajo y este hongo por desgracia nadie es capaz de frenar por muchas medidas que se estén tomando ya que son lentas o tardías.
Y aunque estas medidas fueran justas o inclusive solidarias uno se percata de que vivimos en un país del chunda-chunda en la que los pequeños gobiernos autonómicos o municipales se pasan por el forro las directrices estatales haciendo que todos los ciudadanos vivamos continuamente en un agravio comparativo.
Si vives en Cataluña o en Madrid prepara un euro por receta mientras que si estás en Cuenca no lo pagas, si eres funcionario no tendrás extra de navidad salvo que pertenezcas al País Vasco o posiblemente a Navarra o simplemente estés trabajando en un ayuntamiento que beneplácitamente crea que es una medida injusta y aunque deba cientos de millones de euros a las empresas de servicios a sus empleados funcionarios sí que les pagará la extra.
En fin amigos lectores que el agravio en este país está servido y el hongo por su lado sigue matando nuestro tejido económico en la peor crisis de la reciente historia de España en la que muchas familias ya hacen frita la piel de la patata (que por cierto se deja comer) rezando para que no llegue la hambruna.
El Gobierno tanto actual como el anterior son los portadores iniciales de ese hongo de la ineficacia que consigue diezmar nuestras empresas, nuestro bienestar y en sí el futuro de las nuevas generaciones que verán como sus vidas nacen embargadas para siempre.
Hay y existe cura, será algo lento pero la parte con cangrena sería mejor amputarla y aunque la justicia nos llena a diario de imputados que se llevaban a espuertas miles y miles de euros por su situación privilegiada de poder otorgada por el pueblo y que nunca vemos a los políticos en la cárcel y embargados de por vida, aún nos hace falta la valentía de unos dirigentes que ante todo luchen contra el agravio comparativo en el que existen españoles de primera, segunda y tercera categoría según el lugar dónde vivan o dónde trabajen en una España en la que la Picaresca sigue vigente como en tiempos inmemorables.
Que estrecha es la salida airosa de esta crisis y lo peor es que su salida está tan lejana que aún no se vislumbra en el ánimo de nadie.
Hoy les pregunto ¿Creen ustedes que tal y como dice la Constitución deberían ser castigados estos agravios comparativos que sufren los ciudadanos dependiendo de su lugar de residencia o trabajo?
Yo creo que sí, todo comenzaría a verse con mejores tintes en los que la infelicidad es más contagiosa que la sonrisa y eso es la mayor desgracia de un pueblo llamado España.