Social Icons

twitterfacebookgoogle pluslinkedinrss feedemail

25 de agosto de 2012

De buen Político a Dictador

Corría el año 62 antes de Cristo cuando un aspirante guerrero entró a luchar por un puesto en la política romana y como en los tiempos actuales los escándalos que hundían a los políticos estaban servidos por hechos constatados o bien inventados.

Este hombre del que hoy hablamos sufrió lo que se denomina acoso y derribo por parte de sus adversarios ideológicos de aquellos tiempos tan lejanos.

Ni más ni menos que difundir un rumor para que el pueblo se regocijase al difundirlo y así conseguir la humillación planificada por sus enemigos.

Pompeya era la mujer de este político y Publio Clodio el patricio romano que teóricamente se beneficiaba de los placeres carnales que esta bella mujer le ofrecía en su propia morada, en la misma cama matrimonial.

Bien podrían haber ido a hacer estas guarrerías sexuales a los Hoteles en Benidorm para que su marido no tuviera que tomar una de las decisiones más honrosas y ejemplares que la historia nos sirve en bandeja.

Nuestro protagonista era Julio Cesar y sabedor de que Pompeya le era fiel y así lo confirmo en defensa de tan injustos rumores, él quería seguir ascendiendo en política para llegar a lo más alto por lo que tomó la decisión tan injusta de divorciarse.

Pompeya sin catar el pecado, víctima de los rumores acontecidos por no guardar con celo su honorabilidad fue repudiada por su marido con una frase que a día de hoy echamos de menos en nuestros políticos actuales:

SER HONESTOS Y ADEMÁS PARECERLO

Julio Cesar pasó con el tiempo de ser buen político a convertirse en el dictador de Roma, no debió hacerlo muy mal ya que construyó la base de un esplendoroso Imperio, pero al final la vida ruin de los que viven en política le llevó a olvidar eso de la honestidad, aquello de guardar las apariencias y así morir asesinado por aquellos que compartían con él en cada victoria la famosa frase de Veni, Vidi, Vici.

Actualmente en España tenemos un empacho por el exceso de políticos que dejan la teta de la borrega  estatal seca de tanto chupar y chupar, el pueblo en su cabreo demanda un hombre como aquel Julio Cesar que sacrificó a su familia por la honestidad, todos en España quieren a ese político idealizado a pesar de correr el riesgo de que encontrarlo sea el camino justo de tener un buen político y posiblemente un  nuevo dictador, porque amigos lectores el poder vuelve loco de placer al ser humano.

6 comentarios:

  1. Creo que en la época romana eran otras costumbres, pero esa frase estoy totalmente de acuerdo contigo, la labor de los públicos o políticos, no debería ponerse en duda su honestidad, y ahí es donde radica su defecto, solo se han quedado con el final de la frase parecer lo, y aunque vistan con trajes caros y hablen en tertulias importantes,no dejan de ser unos sinvergüenzas en su mayoría,creo que también valdría la frase "aunque la mona se vista de seda, mona se queda". Un saludo y siempre es un placer poderme enriquecer con tus comentarios.

    ResponderEliminar
  2. Mi abuela siempre decía, "mi niña, no hay que serlo sino parecerlo" me ponía toda atacada "con saber yo lo que soy..." pero ahora entiendo mejor el significado...
    Abrazo Jose y lindo fin de semana mi niño,

    ResponderEliminar
  3. Senovilla, a figuras, hombre como Cesar, hay que mirarlos con varios prismas. Seguramente Pompeya nunca le fue infiel, pero César, no dejó de "beneficiarse" a ninguna matrona de la clase política de la época, incluidas las de algunos de sus mejores amigos. Incluso a la de Pompeyo, uno de sus mejores amigos-rivales.

    Como ejemplo de moralidad privada, Cesar no tiene ninguna validez. Pero como estadista y político, no tenia precio.

    Precisamente fue asesinado por los rumores que circulaban en el senado acerca de su ambición por hacerse proclamar dictador vitalicio, rumores que seguramente eran falsos. Pero su muerte fue un claro ejemplo de lo que después se dio en llamar un "crimen de estado".

    Crimen que no alejó el peligro de la dictadura de la republica Romana. Poco tiempo después, su sobrino Octavio, se convirtió en el primer emperador bajo el nombre de Augusto.

    Daría un brazo porque en la presidencia de nuestro gobierno, hubiese alguien con la mitad de la valía política de Julio César.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Visto como anda el patio, yo preferiría mil veces a esa vetusta y orgullosa clase romana antes que a la pandilla de cuatreros que nos gobiernan, siendo del signo que sean. Al menos en aquéllos remotos tiempos, había algo que todos -con mayor o menor pundonor- llevaban a gala, y era: la dignitas.
    Palabra olvidada del escueto vocabulario de nuestros politicuchos de hoy.
    El antecesor de César, Sila, colocaba por el capitolio la cabeza de sus enemigos, clavadas en lanzas. ¡Cuántas cabezas no ponía yo entre los dos leones del Congreso, ay!

    ResponderEliminar
  5. Yo tenía muy "idealizada" la política, pero me he dado cuenta de que los políticos, médicos, y otros muchos puestos en la sociedad, ya no son vocacionales, y así no puede ser, solo se piensa en escalar sea cual sea su precio y enriquecerse cuanto antes.
    Un abrazo Jose

    ResponderEliminar
  6. Claro siempre hay excepciones, pero no creo que puedan lograr mucho, los hay que se dedican a cuidar de que nadie se salga de la foto.

    ResponderEliminar

 
Powered By Blogger

Sample Text

iconos

twitterfacebookgoogle pluslinkedinrss feedemail