Hay un personaje muy curioso en la historia de España causante de esa amarga locura que sufrió nuestra querida Juana la Loca.
Felipe de Austria contrajo matrimonio de Estado con una joven que aún desconocía lo duro que puede llegar a ser un matrimonio.
Juana llegó con la edad dulce de la adolescencia 17 años, a su encuentro en Flandes con aquél que sería su esposo, pero nada más llegar sufrió el primer desplante de Felipe, más bien fue una ofensa más a los Reyes Católicos por este hijo de Maximiliano I.
La infanta Juana tardó en conocer a su prometido, su periplo por los Países Bajos en busca de ese encuentro pactado le costó parte de su salud.
Pero al fin pudo comprobar que Felipe de Austria era tan hermoso como se lo habían descrito, ella no se quedaba atrás en belleza y elegancia por lo que un amor sexual y ardiente acompañó los primeros meses a este joven matrimonio.
Nuestra Juana se tomó muy en serio su nuevo estado civil y a todas horas quería cumplir en la cama con un Felipe al que adoraba, pero este llegó a cansarse e inclusive volverse violento hacia ella.
Fueron años de celos, desencuentros, cuernos y sobre todo un inmenso vacío que dejaba a nuestra Juana en una situación casi imposible, por un lado su cometido histórico era defender los intereses de sus padres los Reyes Católicos, por otro obedecer a su marido, tiempos duros para esta joven inteligente que supo capear ese día a día hasta que de pronto se vio convertida en Princesa de Asturias al morir aquellos que estaban destinados a reinar en una España que cada vez era más poderosa.
Felipe en todo momento mostraba su lado más maltratador hacia su esposa, dando rienda suelta a sus humillaciones y corridas con damas que gozaban de su cama.
Pero también era un hombre muy inteligente y sabía que Juana le podría reportar grandes beneficios, por lo que hubo un toma y daca de amor y desamor hacia ella.
Juana siguió sufriendo lo que hoy entendemos como maltrato de género durante mucho tiempo, llegando a un estado de enajenación que muchos no llegaban a comprender.
Sus criados la llegaron a apodar Juana la Terrible y hasta Isabel, su madre, dudaba del aguante de esta que estaba destinada a ser la primera Reina de España.
Todo lo que le pasaba a Juana es difícil de soportar, pues sus celos cada vez eran más dañinos y la muerte de su madre le acabó hundiendo en una gran depresión.
Felipe de pronto se convertía en un rey consorte de un reino castellano deseado, así que siguió dando cal y arena a Juana, noches de pasión y días de violencia fueron los protagonistas de aquellos años.
La gran baza a jugar por Felipe era que todo el mundo supiera que Juana no era apta para gobernar por su estado mental y así él tener todo el poder, y a pesar de que Isabel la Católica tuvo presente en su legado esta circunstancia, Felipe se llevó el gato al agua.
Estando en Castilla, Felipe el Hermoso nunca cejó en su idea de apartar a Juana de su camino, encarcelándola en algún castillo, pero enfermó y murió sin llegar a saborear con intensidad un reinado que nunca mereció.
Juana cayó de nuevo en una profunda depresión, la obsesión con su marido era terrible, algunos lo llamaríamos síndrome de la mujer maltratada.
Felipe había deseado que su cuerpo descansase en Granada, en la Capilla Real, pero este deseo tardaría muchos años en cumplirse.
Todo maltratador tiene su castigo y el de Felipe el Hermoso un maltratador histórico lo iba a recibir en una locura sin igual de una mujer que le amaba y que estaba en el momento de su muerte embarazada.
El ataúd de Felipe fue abierto en diversas ocasiones por Juana, quizá con el fin de observar su belleza que el embalsamamiento conservaba intacta, o quizá para entablar con él conversaciones de una mujer que siempre le amó a pesar de las vejaciones recibidas.
Por las noches en un carro era trasladado por tierras castellanas, un rey muerto se paseaba por su reino causando miedo y leyendas entre los aldeanos.
Juana sería Reina de España, pero nunca ejerció como tal, su incapacidad era notoria y algunos alegan que su inteligencia estaba intacta pues en momentos de lucidez era extraordinaria.
A Felipe el Hermoso, un maltratador histórico, aún le hizo sufrir el tormento de los muertos sin sepelio, su ataúd tardaría 15 años en reposar en la Capilla Real de Granada.
Mientras Juana siguió siendo una mujer maltratada, su situación era insalvable, desde su padre hasta sus hijos, todos preferían verla encerrada que optar por la posibilidad de que pudiera reinar.
Unos comuneros lo intentaron, pero ella nunca firmó un apoyo al pueblo para perjuicio de su hijo.
Vivió miserablemente encerrada en Tordesillas (Valladolid) más años de los que nadie llegó a suponer que podría soportar una mujer que no sólo tuvo un marido maltratador, TODOS la maltrataron hasta el momento de su muerte.
Juana nos dejó un gran legado, sus hijos, todos reyes y reinas de Europa, que nunca entendieron el sufrimiento de su madre, salvo Catalina.
A su muerte llena de los mayores dolores físicos inimaginables, la cangrena se la comió literalmente, su cuerpo fue trasladado junto a ese amor tan apasionado que siempre fue su querido y a la vez odiado Felipe el Hermoso.
Algún día tendremos que hablar más profundamente de este personaje histórico, de esta mujer maltratada por su marido, por su padre, por sus hijos, por sus criados y guardianes.
Para muchos amantes de la historia Juana la Loca, no estaba tan loca, le volvieron loca.