Recuerdo los cielos nocturnos de mi niñez como noches estrelladas bailando miles de astros con guiños en forma de parpadeos en la infinita oscuridad, descubrir la osa menor, la mayor y llegar a la polar era mi juego preferido, además de aprender a diferencia un planeta y a veces dos, era un juego simple y sencillo pero sin duda alguna maravilloso y entretenido.
Hoy las noches estrelladas están sin estrellas que visualizar y la noche se torna triste y desamparada en cualquier ciudad, con mis hijos no puedo jugar a aquellos juegos de encontrar aquella que brille más o simplemente a encontrar esa coqueta que era la más rápida y fugaz.
Recuerdo aquellas tapias de ladrillo en las que había telas de araña y observaba a tan magnifico ejemplar con sus patas largar asomar cuando con un palo tocaba su red, aquellas lagartijas tan difíciles de atrapar con esa cola cortada que no se paraba de menear y que a este bestia le gustaba observar, aquellos hormigueros que tanto me gustaba hurgar para nunca haber podido acariciar a la reina de todo aquel ejército organizado que entraba y salía del agujero al compás de un sonido silencioso que no he vuelto a percibir en la ciudad.
Hoy las noches estrelladas están sin estrellas y en la ciudad a los más pequeños les queda aprender otra historia lejana a la que viví en mi niñez, son distintos momentos que les toca vivir ante la necedad de una sociedad que evoluciona sin piedad a la incomprensión y no saber diferenciar el bien del mal.
Recuerdo aquellos paseos con mi padre al puente desde el que se veía pasar el tren, en noches estrelladas un faro a lo lejos con un intenso silbido aparecía desde el infinito y nos hacía vibrar con intensidad unos instantes que han quedado eternos en mis pensamientos.
Hoy las noches son peligrosas hasta cuando con prioridad un paso de cebra con los peques has de pasar, los faros son dos pero eso da igual, las vibraciones son de temeridad y eso a nadie le gusta enseñar a aquellos que deseas que sus recuerdos estén llenos de sensaciones que motiven inmensas vivencias bellas de recordar.
Recuerdo lo que es llorar con lágrimas de sinceridad, vivir con intensidad la bondad, amar con pasión aquello poco que se tenía y nos parecía entonces con ojos de búho mucho e increíble y adoraba lo que más todo aquello que mi imaginación podía inventar.
Hoy no sabes ni tan siquiera enseñar a tus hijos a llorar, los lamentos suelen ser sólo lágrimas de cocodrilo para conseguir algo más, la bondad está perdida en la tristeza del malestar nuestro de ellos, de la sociedad en general y hoy todo lo que se tiene es poco siempre queriendo cada vez tener más y más aunque sepamos todos que nunca se habrá de usar, no aprenderán nuestros hijos a imaginar para hundir la necesidad y mucho menos a inventar para cubrir las soledades de esos momentos aburridos que yo de niño tenía cubiertos con otro tipo de idea en una sociedad diferente a la actual.
Recuerdo aquellas noches estrelladas con luna radiante de felicidad, momentos que no volverán porque amigos una noche en la que no se ven estrellas ni es noche ni es na de na.
Totalmente de acuerdo contigo. Y me encanta Pachelbel´s.
ResponderEliminarUn abrazoooote enorme y Felices Fiestas. :)
Un paseo maravilloso por nuestros viejos recuerdos en días de entretenimiento y felicidad, a nuestra manera con imaginación para jugar y sin pedir nada mas.
ResponderEliminarPase buenos ratos contemplando estrellas.
La versión de este tema buenísima.
Feliz año.
Un saludo y un abrazo.
Pues sí, José Antonio, parece ser que de ese mundo en el que crecimos no queda na de na. Tendríamos menos pero valorábamos cada cosa en su medida. Había más bondad y desde niños crecíamos afirmados en valores que hoy en día a nuestros hijos les suenan a carca. Libertad, progreso??, claro que sí pero dejar esto en manos de Tontosdelhaba que confunden velocidad con tocino nos ha conducido a lo que hoy en día tenemos. De cualquier modo y por suerte, todavía se ven estrellas en el cielo. Un abrazo, amigo
ResponderEliminarSiempre queda la luna, que contra ésa no pueden todavía, y las estrellas, habrá que salir de excursión el finde y enseñárselas, para que sientan lo mismo que recuerdas tú. Unas Felices Fiestas peregrino y un año 2013 de campeones!!
ResponderEliminarSiguen quedando lugares donde el cielo estrellado es un inmenso tapiz de luz.
ResponderEliminarSigue quedando gente que vierte lagrimas sinceras cuando el dolor verdadero les es insoportable.
Siguen quedando lugares como los de nuestra niñez, con muros por donde las lagartijas campan por sus respetos, y donde las tardes de verano son interminables.
Mientras exista la inocencia de la infancia, esos lugares permanecerán.
Solo tenemos que recuperarla.
Un abrazo.
Magnífica y retrospectiva entrada pero, como dice Rodericus, aún hay sitios y emociones donde se pueden encontrar esas estrellas y esos sentimientos.
ResponderEliminarFelices Fiestas.
Recuerdo un lugar con esas noches estrelladas y siguen siendo igual de magníficas. Aunque mis circunstancias han cambiado ellas saben de la forja de vivencias que han arraigado en mi interior. Me gusta contemplarlas porque forman parte de mi memoria vivida.
ResponderEliminarUn abrazo :)