Ni quiero ni puedo faltar a la llamada de la Solidaridad que forma parte del Concurso de Post Solidarios de la Fundación Mutua Madrileña escribiendo un artículo que ni quería ni debiera publicar.
Me explico queridos lectores, hace ya unos años aquí en este rincón tuvimos gratas y vibrantes experiencias que nunca olvidaremos con la solidaridad vista en la blogosfera por cientos de compañeros que con sus artículos enriquecieron no sólo nuestros pensamientos, también la forma de ver como ven los demás todo esto de la solidaridad.
Eran otros tiempos, hoy la crispación social a la que estamos abocados a no abandonar nunca hacen que esto de hablar de la solidaridad cause un hedor insoportable en cualquier rincón dónde los comentarios vertidos son tan impresentables que no dan lugar a un debate, simplemente es lo que unos quieren que sean o no es por lo que otros quieren que no sea.
Una foto de un niño sirio recorre la red de redes y parece que es la única vez que vemos a un niño muerto, pero no puedes comentarlo, no puedes decir "oiga" que yo de niños muertos me acuerdo de uno en Zaragoza y de otro que estaba en África, la crispación salta inmediatamente y se acaba el debate al que tan acostumbrados estábamos a realizar. Niño muerto sólo hay el de la foto, sí el de la foto que pongo yo...y así cada uno pone al niño muerto del que quiere para hablar y entender la solidaridad a su manera.
Por cierto a un servidor también le conmueve eso de ver a los niños muertos, en esa o en cualquier otra situación como pueden ser las playas de nuestras costas cuando una aventura con mal fin deja imágenes que ninguno desea.
Hay una obligación legal con los exiliados o refugiados, se pongan como se pongan esos que reclaman igualdad para todos, solidaridad para los que llegan y ya veremos que se puede hacer con los que ya están, pero todo por imperativo legal o amenaza de sanción por parte de la Comunidad Europea.
Esto es solidaridad o podríamos debatirlo, pero no merece la pena hacerlo pues o piensas como ese energúmeno que exhibe sus argumentos de la forma más inverosímil en la que encima te hace quedar como un desalmado o te afilas bien la espada y comienzas a cortar las cabezas y las malas lenguas de los que se piensan que con soltar su discurso aquí paz y después gloria son felices y enturbian la solución a un gran problema que es la solidaridad.
Y es que la solidaridad es un problema que debemos resolver, tanto para acoger al que pide refugio como para ayudar al necesitado o al buscador de un mundo mejor. La solidaridad es algo tan humano que cuando la visualizamos en el mundo animal nos sorprendemos y nos olvidamos de lo sencillo que es ejercer esta virtud que no debería tener nada de malo ni causar hedor a los que de ella disfrutan.
Pero como les decía al principio, ni quería ni debería haber escrito este artículo ya que no existe el debate de la solidaridad en la red de redes, son pocos los que se atreven a contar con sinceridad sus argumentos que acertados o no, tienen derecho a esgrimir en sus opiniones sin recibir ningún tipo de insulto.
Solidario con 13000 refugiados, con 60000 ¿Con cuantos seres humanos la solidaridad es posible gestionarla y estar justificada para los acogidos? ¿Y a los que no se puede acoger? ¿Y que hacemos con los que ya necesitaban nuestra solidaridad, ponerlos en la cola...?
Mil y una preguntas y cientos de opiniones que podrían enriquecer muchos debates en los que seguramente se llegarían a soluciones más humanas que las imperativas por ley y es que aunque no lo parezca, en el fondo todo el mundo es solidario...sí amigos, solidarios a su manera y para que sean todos más y más solidario el único camino que existe es el del convencimiento de que ser solidario es lo más humano que podemos ejercer en nuestro paso por este mundo.