Estaba tranquilamente revisando las noticias más importantes del día y la muerte de
Emilio Botín era la portada de todos los medios que visitaba, sin duda
un gran personaje que pasará a ser parte de la historia con admiración de muchos y odio de otros tantos, pero lo importante queridos lectores es que la curiosidad me entró al visionar el escudo de Santander, no el del Banco, el de la ciudad.
Y es que lo que me llamó la atención era el barco tan bonito y
una vieja historia de nuestra reconquista que me vino a la cabeza ligada a la historia anterior de
Timón a la Navarresa, de una época en la que muchos historiadores siguen
llamando oscura por ser medieval y que sin duda alguna nos dejó personajes maravillosos que eran capaces de hacer lo que fuera con la misma energía que los renacentistas más nombrados.
Una torre, unas cadenas y ese bello barco que están ahí en recuerdo de un personaje que después de saber su historia espero
les deje un buen sabor de boca histórico, se trata de
Ramón de Bonifaz, el auténtico artífice de la primera
MARINA CASTELLANA de lo que en breve sería España.
Cómo cualquier gran personaje que se precie nadie sabe dónde nació exactamente Ramón de Bonifaz, lo que sí sabemos es que fue alcalde de Burgos y según
Alfonso X el Sabio era un
Omne de Burgos y que además Burgos fue la ciudad en la que Fernando III el Santo se encontró con el personaje más decisivo de la futura reconquista de Sevilla.
Allí, en Burgos,
Fernando III el Santo encargó a Ramón que le construyera allá por el año 1247 una flota muy especial para una batalla cercana en Sevilla y que tenía que estar coordinada con las fuerzas terrestres para su reconquista.
Ramón de Bonifaz era bueno, tan bueno que en todos los puertos del norte peninsular consiguió la necesaria colaboración para tener una de las flotas más importantes de aquellos tiempos, hasta en tierras gallegas que estaban en su camino dirección a Sevilla embaucó a todos para hacer alguna nave más y conseguir marinemos valientes que le acompañasen en su dura aventura.
No fue fácil llegar a Sevilla con una armada que estaba compuesta por 13 naves de vela y cinco galeras ya que durante el trayecto los temporales y la mala mar hacían de las suyas; pero era un hombre este Ramón que no solo dominaba la ingeniería y la lengua con don de gentes, también su pericia con las olas durante este viaje le valió para ganarse el respeto de los marineros e ir con él con la fe necesaria y la convicción de ser el mejor en estas lindes.
Era el mes de agosto, el calor arreciaba con fuerza en la desembocadura del río Guadalquivir, todo parecía estar en calma tensa, pero una gran batalla naval iba a comenzar, las naves de Abu Qabi las llegadas de refuerzo del Norte de África presentaría batalla pues este punto era considerado un enclave decisivo para la defensa de Sevilla.
Por la margen izquierda del Guadalquivir estaban las tropas de a pie de Fernando el Santo dando una buena cobertura a las naves cristianas y evitando la salvación de las propias de Abu Qabi, pronto se llegó a la entrada de Triana teniendo controlada cualquier ayuda, imposible ya de llegar por parte del Norte de Africa.
Pero aún no se había ganado la batalla ni mucho menos, había un puente barrera que hacía imposible la entrada desde Triana a Sevilla para cualquier navegante, excepto para Ramón de Bonifaz, que se puso a dar lo mejor de sí y aplicó todos sus conocimientos en física para hacer lo imposible en el momento más necesario e importante de nuestra reconquista, llegar a Sevilla.
Este obstáculo para llegar a Sevilla estaba compuesto de barcazas enormes unidas por cadenas y o se superaba o los esfuerzos de Fernando III el Santo que tuvo mucha ayuda de
Jaime I de Aragón serían un auténtico desastre pues nuestra armada se encontraría en un embudo del que no podrían sobrevivir.
Estamos en estos momentos del relato en mayo de 1248, el tiempo pasa y la necesidad apremia, el día parece el más apropiado pues no hay viento con la marea baja y el invento de Ramón de Bonifaz está presto y dispuesto para intentar cumplir su propósito, destrozar el puente barrera o ponerse a rezar por una derrota casi segura.
Ramón había ordenado unir sus barcos más pesados con cadenas y que fueran reforzada sus proas con pernos de madera, todo estaba dispuesto y la marea comenzó a subir y un viento necesario a soplar, allí iba su invento a toda vela con velocidad de espanto para estrellarse contra las barcazas moras que impedían el paso.
El primer golpe fue tremendo, pero no pasó nada, aquella barrera había aguantado el embiste, pero aún faltaba un segundo golpe en el que el más valiente, Ramón, iba agarrado al mástil con la confianza de saber que iba a triunfar, y así sucedió, al estrellar su nave toda la barrera reventó tal y como Ramón había calculado, Sevilla estaba ya al alcance de Fernando y Jaime, sus pasos por el río y la entrada por el mar estaban conquistadas, pronto Sevilla sería de nuevo cristiana.
Castilla había conseguido una vez más sus propósitos y necesitaba Fernando III el Santo un hombre que fuera el encargado de preparar la Primera Armada de Castilla, Ramón de Bonifaz sería a la postre el Almirante de Castilla y el encargado de este nuevo sueño de los cristianos, tener una gran flota naval capaz de frenar las incansables ayudas que llegaban desde el Norte de Africa.
Era el año 1250 y ya nuestra marina tendría ordenes militares, sería parte de nuestros ejércitos y todos recordarán por siempre al Almirante de Castilla Ramón de Bonifaz.
El personaje que hoy les traje no era Emilio Botín que difundió la imagen de Santander por el mundo mundial, hoy les he dejado con Ramón un hombre que cuando toda esta aventura de fundar la primera armada castellana le dejó agotado, fundó el Monasterio de San Francisco para vivir allí su retiro hasta la hora de su muerte en 1256 provincia de Burgos.
Hoy amigos les conté la aparición de la Marina Castellana, la vida y obra de Ramón de Bonifaz y disfrutamos del contenido del escudo de Santander, y todo ello por la muerte de Emilio Botín, y es que parece que a veces la historia nos enlaza a los personajes o nuestra imaginación es tan imparable que necesitamos un blog
para desahogar y aflorar nuestros recuerdos de la reconquista, una etapa digna de estudio con agradable sorpresas que hacen que la Edad Media no sea nunca tan oscura como la pintan y que además en
Avilés también rinden homenaje a aquellos días tan gloriosos, tal y como nos muestra su escudo.