Ir contra corriente, así se tilda a muchas gente que muestran lo mejor de su corazón ante los momentos tan desagradables que sufren algunas personas y debe de ser así, ir contra corriente, ya que la gran mayoría de seres humanos siguen la ruta del egocentrismo y se hacen ajenos a todo lo que les pase a los demás ya que con ellos no va.
Y sinceramente queridos jóvenes lectores la solidaridad con el prójimo se puede ejercer desde la más tierna de las infancias pero no se termina de comprender hasta que uno es adulto y vive esos momentos que otros anteriormente vivieron cuando fueron ayudados y esperan con angustia ese alma solidaria que se acuerde de ellos ahora que lo necesitan.
La gran mayoría de los que tienen hijos educan a los mismos para compartir y ser generosos con los demás y ahí comienzan a luchar contra la corriente del egoísmo egocéntrico que padece el ser humano; otros niños dirán de ellos "Mira que tonto cómo reparte sus caramelos con los demás", "El está en la piscina sin gafas y las suyas las disfruta ese otro que las quedó olvidadas en casa", pero los que están aprendiendo a ir contra corriente se mostrarán con la cara más hermosa del ser humano y dirán "Mira cómo comparte los caramelos, mañana será Juan el que lo haga y así todos los días comen todos caramelos", "Que alegría se ha llevado Jose cuando Pedro le ha dejado sus gafas para la piscina, tienen tanto miedo a que el agua le ponga los ojos rojos que sin ellas esa tarde no se habría bañado".
Son esos locos tan bajitos y jovencitos los que comienzan a destilar esa solidaridad que surge con el frescor de lo espontáneo, de lo sincero, de lo más profundo de unos corazones que aún tendrán mucho que aprender a lo largo de sus vidas.
Y luego se crece, porque esos bajitos se hacen altos como secuoyas y cegados por la corriente tan recia que lleva el río de la vida puede que durante unos años olviden aquella solidaridad que un día aprendieron en las merendolas, algo normal y que en poco les podemos reprochar ya que el mundo que hemos construido entre todos convierte en armadura nuestro corazón y no deja que asome excesiva bondad y generosidad.
Durante esta etapa tan juvenil y alocada en la que ellos ven la vida como un sendero lleno de oportunidades en lo que lo más importante es el yo, los que les vemos crecer deseamos que vuelva a surgir aquella solidaridad que tan espontáneamente brotaba a chorro antaño y aunque no se lo crean vuelve y comienzan a ir contra corriente.
Sí queridos lectores, vuelve y llega la solidaridad con fuerzas renovadas, aparece una solidaridad madura en la que existe un grado de responsabilidad con lo que está sufriendo el prójimo que les hace guarda su ropa para llevársela a los más necesitados, que comienzan a ser voluntarios en comedores sociales, que se apuntan a campamentos con personas mayores o con dificultades y terminan simpatizando con una ONG a la que aportan su granito de arena anualmente.
Pero por desgracia para muchos eso es ir contra corriente, porque nunca verán con buenos ojos a esos que pierden el tiempo ayudando a los demás en vez disfrutar la vida como hacen ellos a su manera a la forma que les ha desbocado esta sociedad, hasta que cambian de opinión un día, justo cuando necesitan ser ayudados, la vida da tantas vueltas.
Es una pena que algunos encuentre la solidaridad simplemente porque necesita ayuda, pero nunca hay mal que por bien no venga y esas personas se apuntarán cuando puedan a ir contra corriente y demostrad a todos los que nunca les entenderán que ser solidario es una forma maravillosa de vivir, de sentir a los semejantes cercanos.
Si eres joven y estás en esa etapa en la que la blogosfera, las redes sociales y el mundo digital te mantienen enganchado, seguro que has leído este post y quedo convencido que por unos instantes querrás ir contracorriente y entrar en el maravilloso mundo de la generosidad con los demás, yo apuesto por ti y por toda esa juventud que atraviesa esa etapa de la vida en la que simplemente están ellos y un espejo.