Estamos hoy en Barcelona, corren los primeros años del siglo XX y el anarquismo en esta ciudad sigue en auge, siendo numerosos los atentados con bomba, Barcelona ya era conocido internacionalmente como la ciudad de las bombas ya que desde 1884 fueron constantes este tipo de atentados, tanto que la palabra turismo se la podemos achacar a los sindicatos de atracción de extranjeros, especialistas todos en el manejo y uso de las bombas, una buena forma de hacer crecer sus filas.
Un anarquista reconocido y detenido por la policía de aquellos tiempos era Juan Rull y Queraitó que durante el periodo del 1901 al 1905 hizo de las suyas, bomba va bomba vienen, pero tras su última detención se convirtió y comenzó a ser colaborador del Estado, un mercenario a sueldo arropado esta vez por la ley.
Este terrorista convertido era un genio detectando bombas antes de su explosión, sin duda alguna esto le daba prestigio y buenos beneficios económicos, tanto que estaba en un pedestal como héroe salvador. Lo que aún no sabían era que nunca se convirtió de verdad y que lo único que le interesaba era lo económico, el se encargaba de colocar las bombas y luego descubrir su ubicación para obtener beneficio y prestigio, un negocio redondo.
Tantos eran los beneficios del Cojo de Sants que montó una empresa pensando en su retiro, además dio en ella trabajo a toda su familia, no podía ser de otra forma.
Durante un corto periodo de años este terrorista y mercenario amontonó una ingente cantidad de dinero, pero no le sirvió de mucho ya que fue detenido a finales de 1907 y juzgado en 1908.
Se le condenó a muerte por agarrotamiento y moriría en la Cárcel Modelo de Barcelona ante un despliegue jamás visto de la policía por la cantidad de público que deseaba ver en directo como era ajusticiado tan repelente terrorista.
El Gobierno no sé si aprendió la lección de que con los terroristas no existe negociación, pero el año de la ejecución del Cojo de Sants se elaboró el primer proyecto de ley contra el terrorismo además se obligó a tener un portero de vigilancia en los edificios para vigilar las escaleras y evitar la colocación de artefactos explosivos.
Aquellos años tan duros de terrorismo anarquista dejaron mucho para la historia, un detalle que hoy me viene a la memoria fue que se creo un carro brindando para la recogida de los artefactos explosivos y su traslado a un lugar seguro para hacerlos explotar, pero también se inventaron bombas más dañinas como las Osiris y las bombas de inversión.
Menudo negocio tenía montado el cojo de Sants... Su ejecución traspasó fronteras y llegó a los tabloides de media Europa. Un bombazo, nunca mejor dicho...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Siempre hemos llevado la fama por todos los continentes, a veces buena y muchas mala.
EliminarUn abrazo amigo
Aquellos años también la valieron a Barcelona el apodo de la "Rosa de Fuego". Porque entre los anarquistas y el mal llamado "sindicato libre", que no era otra cosa que una organización de pistoleros a sueldo de la patronal, las calles se llenaron de victimas de las bombas y los tiroteos repentinos.
ResponderEliminarLos "chivatos" y los infiltrados en uno u otro bando no eran eran tan extraños, por motivos ideológicos, o mas frecuentemente, por dinero, como es el caso del "cojo".
Un abrazo.
Así es Rosa de Fuego, los titulares de los periódicos de la época eran "explosivos". Fue una época de mucha inseguridad en las calles y demasiado trapicheo entre los terroristas.
EliminarUn abrazo amigo.
Uff! Tremendo cojo! Interesante oficio.
ResponderEliminar;o)
El oficio de terrorista y mercenario a costa de la vida de los demás sigue vigente en nuestro siglo XXI.
EliminarUn abrazo querida amiga.
El cojo de Sans... ahora me viene a la cabeza una cosa que me decia mi abuela... eres mas listo que el cojo de Sans
ResponderEliminarÓscar no te diría que viene el cojo, que viene para que te duermas....
EliminarUn abrazo amigo
"Aquellos años tan duros de terrorismo anarquista dejaron mucho para la historia" Cuando mataban los anarquistas era terrorismo, cuando lo hacía el gobierno, ya fuera de hambre o por la violencia, era el natural discurrir de las cosas o justicia.
ResponderEliminarPor ello querido anónimo está comillada la frase ya que la lectura intensa sobre aquellos años tan letales no deja desperdicio ni en un bando ni en otro.
EliminarUn saludo cordial.
Aquí pasamos de dejar que nos pisoteen a liarnos la manta a la cabeza y armar la de San Quintín. Nadie mejor que italianos y españoles para poner bombas.
ResponderEliminarY los cojos, ya sabes que tienen fama de tener malas pulgas.
Un saludo.
Así es Cayetano, eran otros tiempos, ahora pasamos por las urnas y unas veces ganan unos y otras otros y así todos contentos y a aguantarnos.
EliminarUn abrazo amigo