Estamos en el mes de mayo del año 1388 y corren malos tiempos para la corona de Castilla pues muchos hombres murieron en Aljubarrota, la península ibérica en aquella Edad Media parecía más un cuento de Juego de Tronos pero con la sangre derramada de los que forjaron el país que hoy conocemos.
La derrota sufrida por los castellanos a manos de los portugueses había dejado diezmadas todas sus fuerzas militares, y como reza el refrán a río revuelto ganancia de pescadores por lo que un tal Lancáster puso sus ojos en Castilla ya que los ingleses y los franceses habían comenzado lo que sería una guerra muy larga, la llamada guerra de los cien años que ciertamente duró 116, pero eso es una pregunta de trivial que más de una vez ustedes han acertado.
Lo dicho, Lancáster vio la oportunidad de conquistar Castilla y casi sin mucha oposición llegó a la ciudad de Palencia y la sitió pensando que esa ciudad sería suya al amanecer pues Juan I no podría tener allí muchos hombres y sus ejércitos además de escasos estaban aún lejos para defender tan exquisito bocado que favorecería a Inglaterra en su guerra contra los franceses.
En 1388 Palencia ya no era tan importante como antaño, al comienzo de la reconquista cuando las tierras quemadas quebraban cualquier contraataque musulmán esta ciudad fue esencial para el nacimiento de Castilla, pero ese mayo de 1338 quedará en el recuerdo de una ciudad más, que estando sitiada logró sobrevivir y curiosamente salvar la Corona de Juan I de Castilla.
Las tropas de Lancáster rodeaban la ciudad aquella tarde y preparaban sus tropas para un pequeño combate en el que ganarían la plaza a buen seguro, pero las mujeres que allí vivían hicieron algo increíble que hoy vamos a recordar.
Dicen que esa tarde todas las palentinas fueron llamadas a la plaza mayor y que ninguna faltó a la cita, mujeres ancianas y hasta niñas en plena pubertad acudieron a la asamblea en la que se debatió su inminente futuro, esos soldados de Lancaster entrarán con facilidad en nuestra ciudad, quemarán nuestras casas y nos violarán y quizá con suerte nos matarán después. No podemos consentirlo, nuestros hombres están luchando muy lejos y muchos de ellos no volverán, ¿pero los que vuelvan que se van a encontrar?.
Tomaron una decisión histórica, acudieron a sus casas, tomaron las ropas que pudieron de sus hombres y todas las armas disponibles, subieron a las murallas y colmenas para defender Palencia y morir con la dignidad de la batalla y no en manos de aquellos hombres.
Al amanecer Lancáster estaba dispuesto al asalto, pero cual fue su sorpresa de que todos los muros de la ciudad de lejos parecían estar muy bien defendidos, veía arqueros y soldados dispuestos a dar una dura batalla, quizá tan dura que Palencia no merecía la pena ya que quería perder a muchos de sus hombres y aguantar un sitio era demasiado riesgoso pues los refuerzos de Juan I podrían pillarles de sorpresa. Así que ese mismo día de mayo, al atardecer levantó el sitio y Palencia se salvo, gracias a aquellas mujeres que salvaron la Corona de Castilla la historia escribió uno de sus más heroicos pasajes jamás conocidos.
En honor de este hecho heroico las mujeres palentinas recibieron un premio que hoy nos puede parecer ridículo, pero en la Edad Media era todo un logro de igualdad y respeto entre hombres y mujeres: Se les concedió el derecho a llevar al igual que hacían antes los hombres una banda de color oro y rojo con una flor morada que a día de hoy aún conservan en sus vestidos tradicionales y que las palentinas saben todo el significado histórico que tiene esa banda y el valor demostrado en un mundo medieval muy complicado en el que sobrevivir era día a día, sin más esperanzas que esas. La mujeres palentinas del siglo XXI recuerdan aquella historia cada vez que escuchan el himno de su ciudad:
En tus muros se estrella Lancáster,
triunfa de él la mujer Palentina
y al impulso de la estudiantina
se instituye la Universidad.
Hoy en recuerdo de las PALENTINAS tan bravas que fueron las mujeres que salvaron la corona de Castilla os dejo un vídeo divertido y musical.