Así aún se recuerda a nuestro protagonista de hoy, una mula incivilizada de las montañas que derrotó a los musulmanes, por supuesto que los que lo recuerdan así son del mundo islámico, pero aquí todos lo conocemos y recordamos como Don Pelayo.
Un personaje sin lugar a dudas de lo más significativo para España y de lo más endemoniado para aquellos musulmanes que además de ensalzar a sus propios héroes, también escribían sus propias baladas sobre sus enemigos y este hombre Don Pelayo fue el artífice de que naciera nuestra España actual, por ello su recuerdo está lleno de mitos y leyendas entre el mundo cristiano y el propio musulmán, cada cual defendiendo lo que significó Covadonga.
El último rey godo dio pie a la aventura de Don Pelayo, era Don Rodrigo sobre el que también corren cientos de leyendas sobre su muerte y a mi me encanta contar la de los candados en la que por lo visto existía en Toledo una torre en la que había una puerta que daba acceso a una sala misteriosa y que cada rey godo que gobernó le iba poniendo un candado para que nadie franquease la misma, pero dicen que a Rodrigo la curiosidad le pudo tanto que una noche comenzó a violar candado tras candado hasta entrar en las entrañas de aquella sala tan extraña y protegida por el misterio. Allí encontró un arca que contenía un pergamino y en el mismo ponía: Si se viola esta cámara y se rompe el encantamiento que esta arca contiene, las gentes pintadas en las paredes invadirán España, derrocarán a sus reyes y someterán a todo el país. En aquellas paredes había figuras pintadas de caballeros árabes y el maleficio se cumplió y la península quedó a merced de los musulmanes.
Bien, es una leyenda, pero que bonita para que algo de verdad se esconda entre lo que cuenta, tanta verdad como que Don Pelayo fuera el último rey Godo y el primer rey de la nueva España que tras Covadonga iba a surgir.
Poco sabemos de este personaje pues mitos, leyendas e historias que ensalzan con cuentos nuestra historia no hacen más que confundir la realidad.
Cierto es que era hijo de un tal Duque Favila y que así encontramos un vínculo con el rey godo Don Rodrigo, aunque es poco posible que a este rey le sirviera pues los astures ya se habían rebelado contra el rey Wamba por motivos territoriales y de poder, pero muchos historiadores sitúan a Pelayo junto a Don Rodrigo como un espatario más en la batalla de Guadalete.
Y además deducimos que Pelayo no es un nombre que provenga de los germanos, más bien puede llegar del mundo hispano-romano, pues Pelayo en griego significa marino y los lingüistas aseguran que así este nombre era de lo más común entre los pueblos del noroeste peninsular.
Les he contado que el rey godo Wamba no se llevaba muy bien con el Duque Favila y que por ello le intentó quitar la vida y terminar con toda su familia, quizá ese fue el motivo por el que algunos historiadores sitúan a Pelayo en peregrinando en Jerusalén para evitar su muerte, pero Wamba murió a tiempo y Rodrigo llegó al poder y Pelayo pudo regresar y quizá servir así a su rey.
Todos ustedes saben la historia de la batalla de Covadonga y aquí no se la voy a repetir, eso sí a mi me hace ilusión pensar que Don Pelayo cuando regresó a su hogar, Asturias, se encontró conque ya no quedaba nada de lo que había conocido en su niñez y que posiblemente fuera elegido rey de unos pocos para salvaguardar sus pocos campos y tierras que aún no estaban bajo el yugo de los musulmanes.
Tras la batalla que ustedes conocen se da por finalizado al completo el paso de los godos por la península y nace el mundo cristiano con un nuevo rey de Asturias, Don Pelayo, una mezcolanza del viejo sabor a godo y aroma renovado de un mundo nuevo que hará de nuestra reconquista una de las historias más bellas y trepidantes.
Esa mula incivilizada de España sigue siendo un demonio para algunos extremistas que sueñan con reconquistar con la violencia un pasado perdido y hoy por desgracia es actualidad y quizá buen momento para acometer todo lo bueno y lo malo que dejó el pasó de la historia durante toda la reconquista.
Les dejo el escudo de Gijón que recuerda en su ciudad el paso de Don Pelayo y que muchos niños se maravillan al conocer toda su historia.
Siempre es bueno saber de dónde venimos para adivinar hacia dónde vamos.